domingo, 4 de marzo de 2012

Parodia del amor divino/humano teresiano


Vivo porque vivo en mí
cada día cuando leo
y ese es todo mi recreo.

Vivo muy dentro de mí
porque fuera huyó el amor
de aquel que fue mi señor
y me quiso para sí.
Todo el corazón le di
y ahora espero y desespero
pues leo porque no muero.

Es tal la prisión divina
en que me encuentro sujeto,
que por un verso secreto
voy en su persecución,
ya que mi enajenación 
me tolera ser viajero
de aquello que leer quiero.

¡Ay, qué plácida es la estancia
en la mesa lectoral,
repasando el gran caudal
de los libros con sustancia.
Sólo acortar su distancia
me causa un placer tan vivo
que leo porque no vivo!

¡Ay, qué dulzura soñar
con países imposibles
donde nada es más movible
que el continuo imaginar!
Que no me quiten gustar
de la lectura an-si-o-sa
hasta que llegue a la fosa.


Sólo con la confianza
de seguir leyendo escribo,
porque leyendo recibo
todo lo que me afianza.
No necesito mudanza
de costumbres por ahora
si estoy donde el saber mora.

Mira que lo expongo en claro
con palabras como rosas
dulcemente rumorosas
en este blogspot preclaro.
Fátima no lo ve raro
y yo a sus dictados sigo
siempre que ella esté conmigo.

¿Habrá ocupación mejor
que entretenerme rimando
la vida que va pasando
entre alegría y dolor?
He aquí su profesor.
Con los libros en las manos,
somos siempre más humanos.

Ya está el círculo concluso.
Amar, leer…es vivir,
componer y compartir:
en ello mi tiempo uso.
Quédate patidifuso,
si no lo piensas así,
que yo lo dije por ti.

Vida, dame lo que tienes;
me tienes entero a mí,
por tanto como ofrecí
repartiéndote mis bienes.
¡Oh, tortura de vaivenes,
no más que releer quiero
plumas de lengua de acero!

Y después, a descansar
como un caballero digno
de sus venturas condigno
allá en la orilla del mar.
No queda más que expresar.
Compañero, ayúdame;
léeme y te leeré.



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