Esta
era la Paloma
que
buscaba y encontré.
Me
queda escaso parné.
Llega,
ríe, me acojona,
un
vaso de cristal toma,
whisky
de oro vierte en él,
y a
media luz en la noche
choca
sobre el hielo el broche
lindo
de su doncellez.
-¿Está
satisfecho usted?
-Gracias,
muchacha uruguaya.
¿Y
luego de que me vaya
se
acordará de quién fue
el
caballero español
correspondiente
a su amor
con
quien brindó en el café?
Ni
lo sabe ni lo sé.
La
terraza junto al mar
en
ondas se va a llevar
estas
cosas del querer.
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