jueves, 15 de marzo de 2012

Hospitales como hoteles


Hay muchos, demasiados, a los que les encanta residenciar en los hospitales públicos por unas horas como en un hotel al que tuvieran derecho propio gratis. Y sí, pero no. Son enfermos de aprehensión, como los diagnosticó el teatrero Moliere, y con esa mala costumbre hay que acabar. Porque colapsan otras urgencias necesarias, del corazón infartado, por ejemplo, y porque el uso y abuso de medicamentos y consultas no debería ser tan permisivo, ni tan costoso. O es que yo me equivoco de medio a medio, y perdonadme entonces.
Tiernos jubilados que no sabéis otra cosa que hacer, paciencia, barajar, binguear –en casa o en el bar- y pasear, gallardamente pasear, que eso sí que es sano. Muy saludable también es lo del estado del bienestar en el que sobrevivimos porque nos lo hemos ganado, pero paso al sentido común de la solidaridad. Los jóvenes y maduros, primero, que tienen que mantenernos a flote. Y esto os lo digo, aunque os duela, que ya sé que somos humanos y no queremos que nadie nos toque, como una guitarra, la fibra sutil de los sentimientos, tan personales, cómo no. Para músicos, nosotros, sí. Pero con la música a otra parte. ¡Venga, hombre, coleguillas de continuo padecer, a despejar los hospitales, que es que están creciendo como hongos! Y cuestan un huevo, ¿sois conscientes?


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