martes, 30 de julio de 2019

Oda a las abejas


No desaparezcáis,
pepitas de oro,
brillantes bailarinas
del árbol a la flor
de la retama
que os enrama.

No desaparezcáis,
alígeras abejas
fabricadoras de la miel.
Sin vosotras el mundo
no sería como es,
ancho y fructífero
en haz y envés.

Volad
todo lo que queráis,
pero también
cobijaros en el panal-
panel de rica miel.

Frío fue el invierno,
bella la primavera,
hojeroso el otoño,
el verano de arena
extendida en la playa morena.

Tejed la red
de la esperanza tierna
y dejadnos absortos
viendo vuestra tarea
de un sitio a otro,
de la ciudad a la aldea
polinizando
el corazón de la floresta.

Abejas antañonas,
no moriréis,
sea cual sea
esa costumbre frágil
de la naturaleza:
con la miel en los labios
nuestras bocas se quedan.

Aguijón transparente,
alas de ida y de vuelta,
quietas, un rato quietas,
mientras el vientre
dulcemente os gotea
por las paredes
de la colmena.

Prietas, bien prietas,
después de libar
—lustrantes pasajeras—
los pecíolos firmes
de las flores floreras.

Apicultor yo fuera
para saber trataros
como merecéis, abejas,
ejemplos de humildad,
laboriosidad,
convivencia
y condescendencia.

No, no lo soy,
me cuesta
despegarme
de la pereza
y a una distancia consecuente
os observo
con los ojos alerta.

Trabajad, trabajad,
os dice este poeta,
que no sabe otra cosa
que aquilatar
poquito a poco
este poema.

Ya os dejo,
pepitas de oro,
dulces abejas,
danzarinas constantes,
miel sobre hojuelas.

El campo es vuestro.
Mía es la pena
de no gozar
de libertad
como la vuestra.



918470225

lunes, 29 de julio de 2019

Visionario Umbral

Me estoy reledeleitando
con Francisco Umbral
en su César visionario,
una crónica inusual
de los tiempos burgaleses
de los Laínes y tal…
¡Qué prodigio de escritura
y de sangre argumental!
Habría escrítola yo
si la supiera contar
como él nos la contó
pero lo habría hecho mal.
Ahora lamento que acaso
sus discípulos amados
no le sepan contentar
con una pluma tan fina
como la que él supo emplear.
Pronto se mata a los padres
por encumbrarse y no más.
Su ausencia está demandando
otro escritor sin igual.
¿Seré yo, será cualquiera
que hable de la actualidad
como él hacía a diario
exponiendo su verdad?
Esperémoslo, es posible
salir de la liviandad
que nos acosa y acusa
de tanta liberidad.
¡Ay, epígonos, adiós
y aprended a discrepar.
918470225

viernes, 26 de julio de 2019

Oda a la patata supervalorada

No soy Neruda, pero
quiero alzar a la patata
a su rango comercial
y si no meto la pata,
no me saldrá nada mal
el poema que a su estampa
le dedico con afán
de que le resulte en gracia
como ella lo es a la par.
Escasea y se hace cara,
va de lugar en lugar
y se detiene en España
costando cada vez más.
¡Oh patata redondeada,
nutricia, blanca y oval,
vuélvete a sernos barata,
te comeremos igual,
con gusto y a toneladas
en tortillas de oro y sal
o viudas y atomatadas
como se dan en el bar
al que van las muchachadas
del barrio Universidad
de Madrid, la toreada
y bailadora ciudad
que en el chotis se desbarra
para que en él quepan más:
todos los que a la patata
tengan por santa y señal
de su capeada capa
y de su españolidad.
Si un Neruda falso es trampa,
perdóneme el capitán
estos versos que a sus anchas
he intentado yo acoplar.
¡Ay, patatita, patata,
quién te lograra ilustrar
en un ramo de baratas
rimas de un torpe ajuntar!


918470225

jueves, 25 de julio de 2019

Lazarillo


Me gusta la palabra “lazarillo”.
Lazarillo soy yo
de la mano de mis niños, ¡ya hombres crecidos!,
y de mis tiernos nietos, tan repequeñinos.
El flautista de Hamelin
fue un lazarillo
(de ratones, claro,
es decir, malo –malo),
y Lázaro de Tormes
otro pícaro también,
que abusaba de  sus amos porque sus amos abusaban de él.
Yo no abuso, yo guío,
yo indico el camino,
yo leo y escribo,
escribo derecho en renglones torcidos.
Y aquí me tenéis:
lazarillo gustoso en mi forma de ser.


918470225

miércoles, 24 de julio de 2019

Oda a las palabras

Tengo la mente
repleta de palabras
escondidas
en un silencio
permanente.

Se posan,
se reclinan,
se doran,
se enardecen,
engordan
o adelgazan
y crecen
innumerable-
mente.

Cuando menos las espero
aparecen
y cuando más abro la boca
desaparecen.

Las palabras
me humanizan,
me quieren,
me requieren
y se me expanden
por el folio
crujiente,
siempre
pendientes
de mí,
su escribiente.

Las alíneo,
las tuerzo,
las retuerzo
el cuello
de cisne apolíneo
sin esfuerzo.

Las extiendo
en libros y en artículos
que amarillece
el tiempo.

Las compro,
las vendo,
las cito,
las tiento.

Son mías,
son tuyas,
compreden,
comprendo.

Me libran,
me encierran,
me llenan
de miedo.

Me expresan
y estresan,
me expreso
con ellas.

Son dulces,
son tiernas,
son suaves,
poderosas,
hacendosas,
dominantes,
maternales,
marginales,
germinales…

Corren,
nadan,
vuelan,
ruedan,
aligeran
las horas,
contienen
el espacio,
reinan.

Arman la guerra,
portan la paz
en una rama de olivo
o en una paloma
no torcaz.

A veces
irritan,
a veces
consuelan,
a veces
arañan,
a veces
tiemblan,
se imponen
y medran.

Vida,
muerte,
risa,
pena,
gloria,
derrota…
danzan
entre ellas
y lucen
como estrellas.

No hay ninguna fea,
ninguna barragana,
pero sí ninfea
juanramoniana,
como pera,
manzana,
castaña,
cereza,
lirio,
nenúfar
o azucena…
y todas son hermanas
a su manera.


Digo libertad,
digo democracia,
digo farmacia,
digo enfermedad.

Digo gracia,
digo desgracia,
digo liviandad
y temeridad.

Corazón es rojo,
hoja es verde,
cielo es azul,
mar es inmenso,
tierra es fértil,
cercano tú.

Lana es blanca,
lluvia es cristal,
espada es brillo
de metal.

Madera suena,
campana retiñe,
guitarra llora,
es sangre vena,
colorante tiñe,
oración implora.

Pino es piña,
ciprés orfandad,
cedro cara y cruz,
cementerio eternidad…

Tango es piernas largas
entretejidas
entre hombre y mujer
que dan la medida
de su mutuo querer.

Cupido ama
y da en Diana.
Venus se hermosea,
Narciso se espejea,
Europa es la madre de la idea
grecorromana.

Palabras, palabras, palabras…
No se las lleva el agua,
no se las lleva el viento,
habitan en su casa
de papel, cada momento;
son comedia,
entremés,
novela,
cuento…

918470225

martes, 23 de julio de 2019

Me llamo Apuleyo

Mucha gente me pregunta
de dónde viene Apuleyo,
y yo, paciente de mí,
al segundo les contesto:
Viene de la Magna Grecia
que recorrió y describió
el escritor navegante
nominado igual que yo
y aparecido en Madaura
allá por el siglo dos
del Cristo crucificado
por todos nosotros nos,
enterrado en el Calvario
y luego resurrector
que camino de Emaús
con los suyos se encontró.
También hubo otro Apuleyo
—fuera legendario o no—
al que el Papa Pablo VI
pronto des-santificó
convicto de simonía
si es que no de algo peor.
De manera que quedé
sin mi santo protector
por haber nacido el día
que él mismísimo nació
como Baco, Sixto y otros
a la ventura de Dios.
No tengo ahora más remedio
que ser santísimo yo
con la pluma entre las manos
dándoos la bendición.
Dios me coja confesado.
Ya me he confesado ¿no?
Apuleyo, ea que ea,
Apuleyo, ea… ¡Oh!


918470225