viernes, 19 de julio de 2019

Disertación sobre los sueños

Sueño mucho últimamente e inútilmente. ¿Y qué significará eso? Me lo pregunto cada día al despertarme y no doy con la respuesta conveniente ni le encuentro solución. Que alguien me ayude si puede, y la turbiedez me aclare.
Soñar es otra forma de vivir y yo vivo intensamente, dúplicemente.
En sueños me veo ingenioso, sutil e infantil, pero de ahí no paso ni falta que me hace.

Reconstruyo visiones de mi vida pasada, levanto escenarios teatrales entre luces desperdigadas, les pongo diálogos y acotaciones a mis personajes memorables y acudo a sus estrenos como un asistente más, casi sin darme cuenta de lo que observo. Son fantasmadas nada más. Pero en ellas creo y me recuesto.

¿Son reales o irreales? ¿Cómo es que mi mente se aferra a ellos y los mantiene enhiestos? También lo ignoro.

Con los ojos cerrados y en la oscuridad de la noche, vago y divago. ¿Para qué? Para nada en definitiva o para yo qué se qué.

Me hubiera gustado ser Sigismund Freud para estudiar e interpretar los sueños. Algo de él leí en sus Obras Completas, pero enseguida me cansé. Me resultaba difícil, abstruso y enigmático. ¿A ustedes también? Es posible, si no seguro, además.

Ahora mismo voy a abrir otra vez sus OC para enterarme de verdad de lo que digo sin comprender.

Ya lo escribió Calderón, “la vida es sueño y los sueños, sueños son”.

¿Somos entonces sólo imaginación, ficción, inventiva y no carne y hueso también? ¿Se reparte el alma por todo el cuerpo bajo la piel finísima o reside sólo en el cerebro y el cerebelo enroscados? ¿Existe el alma que no vemos como existe el aire que tampoco vemos y sin embargo respiramos? Nunca lo sabremos en su totalidad.

¿Soñamos despiertos o únicamente dormidos? ¿Nos despertamos nosotros, a voluntad propia, o nos despierta alguien omnipotente que habita en nuestro interior hondísimo?

¿Y quién es ese que no se muestra a la cara y que, sin embargo nos domina, se superpone a nuestra fragilidad, pequeñez e inferioridad?

¿Y qué hago yo aquí disertando sobre los sueños si no son más que un invento robótico, una ficción sin fundamento, una explosión sucesiva y permanente de imágines montadas en la escalera del tiempo y el espacio? ¿Son el espacio, infinito, y el tiempo, inmortal? Y yo qué sé. ¿Existíamos antes de ser engendrados y de salir del vientre de la madre, y seguiremos existiendo en una nube nebulosa como las noticias que duermen en internet hasta que alguien intente rescatarlas? Misterios, misterios, misterios del Más Allá, al que estamos advocados hasta el Valle de Josafat.

Antes tendrá que ocurrir el Apocalipsis predicho por el Apóstol San Juan, aquel que aposentó su cabeza virginal sobre el pecho de Cristo en la Última Cena de la noche lunar.

Que nos espere Dios, el que guarda el secreto de la vida humana en su celeste hogar.

918470225

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