jueves, 11 de julio de 2019

En el país de los cuentos

                                                         
  
                                          En el País de los cuentos
todas las fábulas son
dignas de creer y amar
con mente y con corazón.
Creo en Heidi y Peter Pan,
creo en el Mago de Oz,
creo en mi Caperucita
y hasta en su lobo feroz.
Amo a los Hermanos Grim,
me encanta Charles Perrault
e idolatro al Christian Ándersen
de La Sirenita —¡Oh!—
y a sus soldados de plomo
desbocados por amor
en un torrente al alcance
del árbol y de la flor.
Es el País de los Cuentos
ese en el que vivo yo.
Dejadme nadar, soñar…
y acunadme con su son.
También traedme a la vera
a Juan sin miedo y a Piotr,
el que dio vuelta a Noruega
y el que al mundo rodeó,
Julio Verne, tan actual
que hasta la luna llegó
antes de que Rusia y USA
su planta en ella plantó.
En el País de los Cuentos
siempre se vive mejor
que en la tierra conocida
como un simple mal menor.
Dejadme, por Dios, dejadme
libre de una vez, por Dios.
Vivo yo más en las nubes
de la ciencia y la ficción,
que en la tierra de las guerras,
la insurgencia y el horror.
Adiós a este mundo digo,
lejos de este mundo voy,
Dios me recoja consigo,
bajad deprisa el telón.
La vida es teatro, hermanos,
no me resta ya función.
Quedaros con mis deseos
de volver.—¿Y por qué no?—
a otra vida más soberbia,
más pura y más superior.
Corto el verso y os lo dejo
para perpetua mención.


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