jueves, 19 de septiembre de 2019

Romance de la infancia

¡Ah, cuando yo era niño
cómo jugaba y soñaba
y cómo me divertía
repicando las campanas
de la torre de la iglesia
al anochecer y al alba
y también a mediodía
con el Ángelus de plata,
ave, ave, avemarías
que en mis labios se posaban!

¡Ah, ah, cuando yo era niño
cuántos cuentos hojeaba,
leía  y reproducía
pintados por las dos caras
de las páginas hermosas,
tersas, claras, limpias, blancas!

¡Ah, ah, cuando yo era niño,
borrones de tinta echaba
sobre la caligrafía
inglesa que me mostraban
en los cuadernos de Rubio
los profesores del aula!

¿Por qué dejé de ser niño?
¿Por qué se me fue la infancia
y por qué no volvería
a jugar como jugaba
con la vejiga del cerdo
inflada para explotarla
ante las risas temblonas
de las chicas asustadas?

¿Y por qué aquel carromato
que con puntas apuntaba
y llenaba de basura
del corral y de la cuadra
ya no corre, está cojito
porque una rueda le falta?

Y aquella bici ligera
sobre la que pedaleaba
¿qué fue de ella y de los pájaros
que, viéndola, se espantaban
y subían a los árboles,
su verdadera posada?

¿Qué fue de la caracola
en la que el mar resonaba
aplicándola al oído
de mi hermanita Alejandra?

¿Y dónde andan las tijeras,
los peines y las navajas
con los que cortaba el pelo
y rasuraba las barbas
mi padre a los parroquianos
en los fines de semana?

Todo voló de mi vida
salvo la infancia, la infancia,
ese país preciadísimo
que tantos recuerdos guarda.

Vuelve, señorita, vuelve
a enajenarnos el alma
con tus dones primerizos
que nunca, nunca se acaban.

Hoy mismo voy a tocar
nuevamente las campanas,
voy a hacerme un carromato
aun con las ruedas cuadradas
y voy a oir si el mar sigue
resonando por la playa
dentro de una caracola
vacía y caracolada.

918470225

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