lunes, 9 de septiembre de 2019

Gato Argos II, 1

Ayer por la tarde,
que estaba arde que arde,
me trajo Iria,
mi amada hija,
su gato Argos.
Y en un alarde
de pasión de padre,
se lo recogí,
pues que se iba
lejos de mí
de vacaciones
con su madre,
la Concha que un día fuera
mi esposa adorable
de todo lo que hacía
viajando por el mundo
a mi manía.
(Luego cambió
y a muy mala suerte en vida
me peló y ultrajó)

Con Argos me quedé
y en la terraza le aposté.
¡Cuán grata compañía
para la vejez!

Hoy escribo el dietario
de lo que nos unió a los dos
el día a día
de interac-ción.

La noche ardiente de Agosto
le cobijó
y a la mañana rosa palo
lo despertó el sol
antes de que el gallo le lanzara
su quiquiriquí-quiquiricó.
—Buenos días, Argos,
le dije con amor,
y se me enterneció meneando
el rabo zumbón.
Pocas horas después
en las manos se me meó
y hube de consentirle
tamaña indisposición,
pero aguas mayores…NO, NO,
pues que dan muy mal OLOR.
—Agur, adieu, adiós…,
prorrumpí, ya en baja voz,
y agachando las orejas
asintió.


No hay comentarios:

Publicar un comentario