martes, 29 de mayo de 2012

Los caracoles griegos no son como los segovianos


Hace años, bastantes años, las fuentecillas, regueras y lagunitas segovianas por las que el agua brotaba, corría o se estacionaba, (¡ay, Cantalejo, hoy seco!) estaban atestadas de caracoles circulares que se salían babosamente a las riberas verdes de hierba a tomar el fresco del atardecer. Y en las noches templadas de Mayo, al resplandor de unas teas o unas piñas de pino de Lastras, Torrecilla o Cuéllar, íbamos a recogerlos en calderos de cobre o de latón, que dejábamos repletos, aunque se subieran y derramaran por las paredes. Luego las madres nos los cocían o nos los asaban en el fogón a fuego lento y los saboreábamos con hambre, no sabiendo si eran carne o pescado. Daba igual. Hambre, hambre, hambre potsguerrero civil  de hermano contra hermano, infeliz reencuentro. ¡Hombre, ya está bien lo de matarse por vivir!

En Andalucía no se daban con tanta profusión estos invertebrados, y creo que no se siguen dando esas piezas orondas, reptantes, de vida parsimoniosa y contemplativa que eran en aquel tiempo nuestra delicia mayor. Lo que allí se da y se daba al cante del diente es/era otra especie menor o caracolilla frugal, que se toma como desayuno o aperitivo en el jugo de su cocción, pinchándolos con un palillo.  Para mi son repelentes, lo digo sin ambages, pero a mi cordobesa baenense Ana le vuelven loca y los/las apura con deleitosa aspiración en las Semanasantas y en las Ferias del Rocío y de Abril, mezclándolas/los con el sabor de las  aceitunas. Cada cual es de donde nace y con sus "nurrituras terrestres" pace, y así se hace. 

Ahora los griegos, los que inventaron la filosofía y las bellas artes, han empezado a crear  industrias familiares de producción y aseo de estos moluscos redondos que se secuestran en sí mismos, y lo realizan para saciar el apetito que se les viene encima día a día por mor de la crisis económica...mundial. Es una vuelta atrás, sin duda, porque la historia es cíclica, y hay que soportarla como se pueda, a fuerza de dracmas, ya que resulta un drama. Un drama tan tremendo como los de  Esquilo, Sófocles o Eurípides, en los que se ponían a los dioses a los pies de los humanos, que aparecían calzados y alzados en coturnos, claro, para asemejarse  y colocarse a su altura en acciones y pasiones.

Y es que el rapto de Grecia por la rapiña alemana resulta algo intolerable, algo que clama al cielo, al menos al cielo del paladar de la boca. ¿Pero cómo es posible que la Magna Grecia vaya a salir del Euro, siendo como fue la madre que parió a Europa con Roma como partenaire a través de Rómulo y Remo? No puede, no debe ser, porque le debemos más que lo que nos debe. ¿O no?

"Caracol, col, col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre también los sacó". Así canturreábamos en nuestra niñez paupérrima y pueblerina, martirizando la Gramática con concordancias heteredoxas que nos destrozaban el oído sin darnos cuenta. ¿Y ahora, qué? Ahora magnanimidad, por los dioses del Olimpo, por sus Vírgenes vestales y por sus nueve Musas. La deuda, que no es tal si nos fijamos en el Partenón de la Acrópolis, puede y debe esperar, que espere. El tiempo, o sea Cronos, señores administradores del capital ajeno, está de su parte. Y de la nuestra. ¡Si es que somos sensatos, oh Sofrosine!


a.sotopa@hotmail.com

1 comentario:

  1. Es una delicia leerte, me haces pasar unos ratos estupendos, gracias Apuleyo.

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