viernes, 13 de junio de 2014

Flagrante Madrid


(Un canto a la mirada del escritor y del lector)

Mirar Madrid. Eso es lo que ha hecho José María Blanco Corredoira con una vista perspicaz y apasionada, en carne propia y pisando sus calles, plazas y rincones. Y admirando y contemplando sus monumentos, sus jardines, sus estaciones de autobuses y trenes. Y el ruido y el silencio y la cara toda de la megaciudad se le han impreso en el alma. Y lo ha soltado en versos como rúas o ríos, en rosarios de palabras sensibles y sonoras. El libro que hoy nos entrega es también como una acuarela.

No hay escritor que no sea observador. Ni tampoco pintor. Ni tampoco lector. Mirarse a sí mismo, contemplar la naturaleza y fijarse en sus semejantes es la condición sine qua non del artista, a lo que dedica horas y horas, días y días, hasta perfilar su obra. Mirar y volver a mirar, con insistencia, con meticulosidad, con los cinco sentidos y no sólo con el de la vista. Por el oído nos entra el canto de los pájaros, que aumenta la belleza de sus plumas. Y así podríamos seguir divagando respecto del tacto, el gusto o el olfato. Y el sentimiento, por supuesto.

He aquí un hombre todo pensamiento y acción, voluntad y corazón, porque la escritura exige la potención de los músculos y de la mente a un tiempo. A Unamuno, Ortega u Azorín se les ocurrían las mejores frases andando, paseando, según confesión propia.

De niños ya nos instigaban a mirar, “mira, mira”, nos decían, cuando el mundo entero empezaba a ser un espectáculo genial. Y con los ojos, antes que con la boca, le expresábamos y reproducíamos. José María sigue siendo ese niño madrileño y se ha retratado paso a paso por su antiguo poblachón manchego que diría el otro, siguiendo las enseñanzas de su maestro Urdiales.

Pero dejadme que cante en un romancillo sus andanzas y peripecias de pobre Diablo Cojuelo, de perrito faldero o solitario, de señorito capitolino, de guía turístico, según dónde, cuándo y cómo.

Empiezo

Apuleyo Soto

(Romancillo declamado en honor del autor, José María Blanco Corredoira, durante la presentación del libro, que tuvo lugar en la Biblioteca Eugenio Trías del Retiro madrileño el 13 de junio de 2014)

Blanco Corredoira,
azor o neblí
de los entresijos
de la Corte en lid,
presenta esta tarde
“Flagrante Madrid”,
testimonio in situ
por ver y vivir
cómo una ciudad
cambia de perfil
a lo largo y ancho
de su devenir.
No hay pluma dorada
de Homero hasta aquí
que empeño tan alto
pudiera cumplir
ni en Troya ni Atenas
ni en Roma o Gadir.
Pero él lo ha intentado
con verbo fabril
y ser su escudero
me ha tocado a mí,
que soy su maestro
o él lo cree así
desde que una tarde
de mayo o abril
al mundo poético
sus ojos abrí 
en el Ciudalcampo
colegio feliz
donde se instruía
este galleguí.
Gracias, Corredoira,
alumno preuí,
por tu confianza
y la mía en ti.
Hoy que en el Retiro
te muestras mi alfil,
quiero devolverte
lo que te debí
tras años de empeño
gratiabogacil.
Y ya entro en el libro
“Flagrante Madrid”,
tu fuerza expansiva
matriz y motriz,
que me ha demostrado
lo que da de sí
el amor llevado
hasta el haraquí.
Madrid escribano
de letras mil mil,
Madrid cervantino
lopedeveguí,
tirsomolinero
y calderoní,
Madrid Manzanares
río ruin, ruin, ruin,
por el que van llenas
cubas tan ten tin
nadando en el agua
turbia al ralentí,
Madrid vinatero
y carpinteril
de la Cava Baja
y el barrio San Luis,
Madrid en quien suenan
flauta y tamboril
retumbando a pares
de solfas en mí,
Madrid recurrente
desde Almutamid
y desde las Cuevas
bandoleras y
desde la Almudena
que abatió el Buen Cid,
Madrid, torre fuerte,
castillo y pensil,
hotel y pensión,
banco y campanil,
cabaña y palacio,
acacia y jardín,
museo y milagro
del ferrocarril,
terraza solera
de fino gin-fizz,
Madrid de zarzuela,
Madrid de marfil,
Madrid violetero,
Madrid vodevil,
Madrid castañero
castizo invernil,
Madrid primavera
de pitiminí,
Madrid veraniego
y pisciniagüil,
Madrid de farolas,
Madrid del candil
en que los serenos
al cuerno lunil
echaban el cierre
a las chicolís,
Madrid vallecano,
Madrid tetuaní,
cheli, cheli, cheli,
carabanchelí,
Madrid milla de oro,
Madrid Chamberí,
Madrid de Vaguada,
Madrid borreguil
por Sol y Mayor,
su viejo carril,
Madrid de Pradera
goyesca o goyí
en la que bailar,
ay, al aliguí
con Casta y Susana
un lento chotís,
Madrid, rastro inmenso
cuchiribitil
con las greguerías
del Ramón rubí
en el Café Pombo
de viva la nuit,
Madrid de hombres célibes
y de travestís,
Madrid Malasaña
almodovarí
y Medinaceli
del Cristo alhelí,
Madrid a la brasa,
Madrid al pil pil,
Madrid a la última,
Madrid flor de lis,
Madrid señorío
vibrante y gentil
por Plaza Castilla
y de ella al confín
de la india América
protopotosí, 
o por Plaza Ventas,
la mudejarí
en la que los toros 
doblan la cerviz
embistiendo a un trapo
rojo carmesí,
con ímpetu noble
todo frenesí,
sabiendo que mueren,
qué bello morir, 
Madrid matadero,
Madrid mesonil,
Madrid teatrero,
Madrid danzarín,
Madrid de arrabal,
Madrid venatriz
del Pardo y Viñuelas
tras el jabalí,
Madrid caballero,
Madrid meretriz,
Madrid del Parnaso,
Madrid toronjil,
Madrid mentidero
de coplas sin fin,
Madrid, alto hipódromo
de grupa cueril
en que las apuestas
cambian de cariz,
Madrid, Residencia
de Lorca, Dalí,
Buñuel, Juan Ramón,
Machado, Pepín…,
Madrid, punto cero,
Madrid, pedigrí
de gatos garduños
y segovianís
frente al moro Muza,
un chisgarabís,
y Pepe Botella,
ni un grano de anís.
Madrid, oso alzado
en madroño vil,
Neptuno y Cibeles,
delfina y delfil
para que reales
y atléticos mil
celebren sus fiestas
de copas, chin chin.
Madrid Alcalá,
Madrid, oh, Madrid…
es la cuadratura
del corredoirí
don José María,
docto bisturí
trazando la línea
cordial bisectriz,
del Prado a San Blas,
de Atocha a San Gil,
de Cuatro Caminos
al Palace y al Ritz,
o de Fuencarral
a la calle Prim,
todo es capital,
todo es Mageriz.
Y Blanco lo expone
como un gran tapiz,
flamenco o granjeño,
de un u otro matiz
en versos brillantes
de honda raíz
con gracia de amor
y ternura afín.
Que el Sexto Felipe
con Letizia Ortiz
-rey bien preparado
y reina sutil-
lo realcen más
para el porvenir,
cual Carlos III,
supremo alcaudil
de la Villa y Corte,
hizo porque sí.
Me callo y me siento,
ya sin retintín.
Ahora, si queréis,
conmigo aplaudid
y a la su caseta
prestos acudid,
firmará ejemplares
con un boli añil,
añil velazqueño,
que ese es su perfil:
¡Flagrante poeta,
flagrante Alfanhuí,
flagrante Cronista,
“Flagrante Madrid”!

91 847 02 25

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