martes, 25 de septiembre de 2018

Rimado catedralicio



De catedral en catedral
por España he paseado,
que tienen gracia divina
y arte sacro recreado.

Es la “pulcra leonina”
un relámpago de luz
por cuyas vidrieras pasa
sin mancharse el Sol Jesús.

Salamanca doblemente
de columnatas rezuma;
“piedra blanca Salamanca”,
que el Tormes corriendo espuma.

Zamora, judía y mora
añade la cristianía
allí por do Duero baja
hasta la Lusitanía.

Valladolid, ¡oh Pucella!
la exhibe por el Valido
que más poderoso ha sido
volcándose a tope en ella.

Dama de las catedrales,
la segoviana se empina
con sus torres coronadas
de vuelos de golondrinas.

Duerme en piedra funeraria
“El Tostado” en el trascoro
de la catedral de Ávila
que reluce más que el oro.

Burgos, blanca maravilla
de agujas pinchando el cielo,
recibe las oraciones
de los romeros en celo.

Sevilla tuvo que hacer
la más grande catedral
para que no destacara
la Media Luna de Alá.

Córdoba se quedó sola
encerrada en la Mezquita.
Mal obraría el gobierno
si la catedral le quita.

Málaga ajusta a Picasso
los trazos y los colores
y en una esbeltez de rosa
se alzan gráciles sus torres.

Y Almería se levanta
sobre una muralla mora
sobre la que su señora
catedral pone la planta.

Jaén, bastión de Castilla
inserto en Andalucía,
muestra  entre azul y amarilla
toda su policromía.

Huelva se deja querer
por sus ríos minerales
y entre el Tinto y el Odiel
se suma a las catedrales.

Cádiz, Tacita de Plata
y plantel de liberales,
emerge del mar y empata
con las sedes obispales.

Cáceres y Badajoz
miran a América hispana
y también a Portugal
tras la Raya del Guadiana.

Zaragoza tiene a Goya
abovedando el Pilar
y además tiene la Seo
románica singular.

Y Teruel ¿qué decir de él?
Que sí que existe y enseña
una catedral de miel
ladrillo a ladrillo y peña.

Transparente de Tomé
en Toledo, la Primada:
el alabastro duplica
su catedral sublimada.

Granada Real Católica.
Expulsada la morisma,
es Diego de Siloé
quien la bautisma y confirma.

La Virgen de la Merced
en la Catedral del Mar
de Barcelona se impone
a Santa Eulalia al rezar.

Y Santa Tecla en Tarraco
—la beldad romanizada—
 el órgano fiel entona:
mar y cielo en su tonada.

Gárgolas, capillas, láminas,
escalinatas, fachadas,
capillas, rejas y lápidas…
en Girona encabalgadas.

Santiago de Compostela
con el Maestro Mateo
propone un apostolado
palestino en el que creo.

Y allí arrodillado oro,
pendiente el botafumeiro
que exhala sobre los fieles
su santo aroma de incienso.

Sigo a Astorga, Tarazona,
Lugo, Tuy, Pontevedra…,
y en ellas toco la piedra,
como en Orense, Solsona,

A Coruña, Santander,
Guadalajara, Alicante
y otras que me dan su cante
por devoción y placer.

Y en medio del corazón:
Murcia, Oviedo, Ciudad Real,
Valencia, Albacete, Cuenca,
Jaca, Huesca y Castellón.

Y Madrid, con su Almudena
frente al Palacio Real
como una nívea azucena
que no hay por qué desflorar.

Todas son, con catedrales,
ciudades de cuerpo y alma
en las que se alza la palma
de mis amores cordiales. 

Rimado catedralicio
abierto de par en par…
Idlo a sentir y gozar.
Finalizó  el epinicio.









91 8470225

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