viernes, 28 de septiembre de 2018

Presentación de ‘No te vayas foquita’

Pocas veces en mi ya vieja vida de ávido lector me he topado con un libro tan pequeño y tan grande a la vez. Tan sencillo, gratificante y aleccionador. Tan hondo… como superficial y ligero. Tan paternal —“maternal” en este caso; no seamos heteropatriarcales a la moda que ahora se combate—. Tan conservador, si queréis, como liberador al fin. Quizá solo con dos me ha pasado algo semejante: emocionarme hasta las cachas, reir y llorar, vivir la historia y hacerla mía como norma de conducta:  Con “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupery y con “El fantasma de palacio”, de Crhristine Nöslinger. O quizás con tres. Con “Amahl y los Reyes Magos”, de Menotti, también. ¡Ah, y con “El cartero del Rey” y “La luna nueva”, de Rabindranah Tagore. Y con las tiernísimas y musicales “nanas” del Federico García Lorca joven.

Pero eran libros diferentes, muy diferentes entre sí y con éste que os recomiendo, el de la Foquita ingenua y temerosa, inventada por Vasiliki, que por no tener no tiene ni nombre, porque foquitos y foquitas somos todos y todas de pequeños: insensatos y atrevidos y curiosones. 

La sencilla trama se inicia así: “En la Antártida acaba de nacer una Foquita. Cada vez que la mamá sale al mar a comer, ella tiene que quedarse sola esperándola”. Y ahí es donde le llegan las incitaciones, las seducciones… de los animales peligrosos. El primero que acude es el tiburón, después la ballena, el oso… No sigo. La mamá, antes de irse, la ha aconsejado: “Venga quien venga; diga lo que te diga, ten cuidado, pequeñita, no te vayas con extraños. “De acuerdo, cariño? De acuerdo, mamá”. Los animales se comunican, claro que sí, de manera más íntima y directa que los humanos.
¿Qué niño no se ha roto un pie, un brazo, una mano, los dientes… por no tener en cuenta los avisos de sus padres?

Gracias por el regalo, excelente editor y excelente persona Basilio Rodríguez Cañada, extremeño de pro por nacimiento y viajero universal por apetito de saber. Los pigmalionenses estamos orgullosos de tu labor editorial y publicitaria promocional.
Vasiliki Roumeliotou —no sé si lo pronuncio adecuadamente— es una ateniense muy sabia y muy valerosa, que , a raíz de dar a luz a su segunda hija, Álski (la primera fue Ilektra) se sintió acometida por la inseguridad o  depresión femenina postparto — según queramos llamarlo— y empezó a tener “miedo de los extraños”. ¿Cómo curarse de esa enfermedad? Enseñando a controlarse y defenderse al fruto de su vientre, el más próximo, el íntimamente cercano, cercana. Sí, a su propia hija.

Evidentemente Vasiliki es una educadora, una educadora nómada y académica que sigue en sus escritos la tradición de la fecunda Grecia.

El delicioso cuento realfantástico de la Roumeliotou se complementa con unas “instrucciones para padres y maestros” y con unas ilustraciones ingeniosísimas de máscaras de animales, originales de María Sinanoglou, surgidas también, como su cuento,“al sol caliente de Grecia”

(Entre paréntesis, yo de niño pensaba que cómo podrían pensar tanto y tan bien Sócrates, Platón, Aristóteles, Anaxágoras, Tales de Mileto, Hipócrates, Epícteto… con el sol que les caía en la chola, asolándosela)

“No vayas Foquita” se incluye en esa corriente popular de los Hermanos Grimm y sus muchos continuadores como Hoffmann, Perrault, Lewis Carroll, Oscar Wilde, Barrie, Collodi, Edmundo de Amicis, Enyd Blyton, Gianni Rodari… O nuestros Antoniorrobles, Fernán Caballero, el Padre Coloma, Gloria Fuertes, Elena Fortún, María Teresa León, etc, etc. Todos ellos fueron pedagógicos y moralejistas. Recordad por ejemplo Caperucita Roja, Hansel y Gretel, Blancanieves, Peter Pan, El mago de Oz, Tom Sawyer,  Heidi, El viaje de Pedro el Afortunado, El camello cojito, El hada acaramelada, Rosa-Fría, patinadora de la luna, tantos y tantos… ¡La intemerata!


Si con mis parcas líneas he conseguido que la Foquita tímida, valiente, arrojada, ingenua, temerosa…, o sea, contradictoria como nosotros, si he conseguido, digo, llamaros la atención y conmoveros un poco, me doy por satisfecho. Vale.
Y ahora, cuando os llevéis la Foquita bajo el brazo para leérsela a vuestros hijos e hijas, tratadla con cariño y tened cuidado, que es de papel y puede convertirse en pajarita… y salir volando. Como yo. Adiós.


91 8470225

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