martes, 15 de abril de 2014

Una niña en el templo de Jerusalén

(Apuleyo Soto publica en su blog estos días de Semana Santa sus Leyendas (apócrifas) de María. Editorial Vitrubio las lanzará al mercado este otoño, o antes, con bellas ilustraciones clásicas)


I
Al Templo de Dios llevaron
Ana y Joaquín a su hija,
pues iba a ser Templo puro
de Dios la Virgen Santísima.

En soledad y oración
pasa los donceles días.
Ella será el Tabernáculo
del Pan de la Eucaristía.

A sus pies, pies de manzana,
se prosternan los escribas.
María, la adolescente,
hace lo que Dios le dicta.

Crecen los lirios del campo;
crece la sabiduría
de la sierva de David,
el que tañía la cítara.

II
Hay por los Valles de Hebrón
un clamor de resistencia.
Que encarne el Hijo de Dios
el Pueblo de Dios espera.

Turbio de sangre y pecado
baja el Jordán. Penitencia
predicará después Juan
el Bautista en sus riberas.

Saduceos, fariseos,
gentes de mente perversa,
confunden las Escrituras
e increpan a los Profetas.

La Virgen sube las gradas
del Templo otra vez, y sueña
con el Gran Libertador
de las Ciudades hebreas.

III
Entre las varas de nardo
una sola es verde y fresca.
Quiere el Sumo Sacerdote
saber a quién retenérsela,

y, por la Puerta Dorada,
el santo José se acerca,
el pecho como una llama,
las manos como una ofrenda:

-Yo no soy digno, Señor,
de esposar a esa doncella.
-El mandato es de Dios mismo,
¡oh, Varón de Galilea!

Quince años. Ya la Virgen
abandona el Templo. En ella
va a hacer su nido de Amor
el Dios de inmensa grandeza.

José también abandona
las sagradas áureas piedras.
Está al venir el Mesías…
Está la boda dispuesta.

a.sotopa@hotmail.com

91 847 02 25

No hay comentarios:

Publicar un comentario