miércoles, 26 de febrero de 2014

Presentación de José María Triper en el Hotel Intercontinental Castellana Hilton de Madrid


Me honra y mucho presentar a José María Triper, brillante Premio Internacional de Literatura Gustavo Adolfo Bécquer, otorgado por el Grupo Sial/Pigmalión, que preside Basilio Cañada, en el Hotel Intercontinental Castellana Hilton de Madrid. Y me honra especialmente por haber sido el primer editor de su obra, cuando aún era un pipiolo. 

Vino un día soleado a mi librería “García Lorca” de Alcobendas, Premio Nacional de difusión Cultural, y tímido y pollito, me entregó un manojo de versos: “Toma y lee”, me dijo. Lo leí, me gustó y se lo publiqué en el sello El Gran Espectáculo. 

Corría el año  1977, iniciador de la transición democrática; cumplía apenas veintipocos abriles y le prologué con estas palabras:

“Me confías tu adolescente creación poética y a mí me sobrecoge el mismo temblor que a ti al darla a los cuatro vientos de la imprenta. Que el camino que te espera te sea fructífico. No vuelvas nunca la cabeza ni la pluma atrás. Siempre adelante. Esta sembradía romántica tuya es solo un punto de partida. Has echado a andar y eso es lo valiente. La buena sombra de Bécquer te acompaña. Tus “Canciones para un recuerdo” son como una música de Schubert, como una sonata ininterrumpida. Podían acabar en cualquier momento y asimismo podrían continuar hasta el infinito de la delectación. Besos, sueños, ilusiones, pasiones, esperanzas, desesperanzas, vida y muerte…se enmadejan y repelen, se sustentan y abaten mutuamente en tu poemario ensoñador a pie de tierra. Tu temática es visceralmente amatoria; tu respirar es crudamente existencial; tu forma es libre y contradictoriamente sujeta a los vaivenes del sentimiento lírico. Bienvenido al Gran Espectáculo del arte literario. Mi aplauso te va de antemano, porque acabarás triunfando”.

Años más tarde, Basilio Rodríguez, buen catador de ingenios en búsqueda de lo negro sobre lo blanco, le atrajo a su cuadrilla de enamorados (del ritmo, la rima y la elegancia natural del castellano). Con esta suerte, el discente superó al docente en la estima y la cima de Sial. Enhorabuena a los dos por su buen ojo crítico, que ha certificado la entrega hodierna del Primer Premio Internacional que celebramos hoy sobre las alfombras y el champán de la gloria literaria en este hotel Hilton.

Si el malogrado Gustavo Adolfo Bécquer viviera en estos tiempos de tisis y crisis difusos, le identificaríamos inmediatamente por su perilla florida, antes de oírle uno solo de sus versos. Igual a José María Triper, que se descabalgó de la O del apellido. Hoy su vera efigie se duplica aquí, la de Bécquer digo, en este Salón Toledo del Hotel Castellana Hilton, con la figura de su discípulo José María Triper, como una copia al natural. Si pudiéramos fotografiar el alma de Triper, también sería igual o paralela a la del autor de “Volverán las oscuras golondrinas”.

Recuerdo ahora la noche en que el director de la Real Academia toledana de Ciencias Naturales y Nobles Artes nos enseñó a los Cronistas Oficiales de España, a la luz de una pálida luna y un puntero turístico, el tejado y el alero que inspiró al vate tuberculoso su famosa elegía “Volverán las oscuras golondrinas”. La posada-habitación del poeta y su hermano pintor Valeriano estaba allí, en el último piso. ¿Verdad o Leyenda? Nos da igual.

José María Triper  trasciende como el poeta sevillano la realidad de las cosas pequeñas. Poesía es él, todo entero y verdadero, consecuente con el peso de cada acto cotidiano. Por eso crea tanto ahora, ya en la madurez.

¿No os choca que la Andalucía riente y flamenca se torne en pura melancolía de la vida en tierras de Castilla y que, asimismo, haya tantos poetas de interior que adoran y subliman a la tierra de las flores? Hablo de flores porque este de hoy es un espectáculo de juegos florales, muy bien ganado por cierto por nuestro homenajeado.

Al fin pues, irán juntas estas dos enseñas de la poesía, entrañadas en sus carnes altas y flacas y su espíritu como de figura de El Greco, que ahora nos traen a la memoria las exposiciones de las obras de Doménico Teotocópuli.

Ay si yo fuera el joven y brillante Zorrilla ante la tumba de Larra, ¡cómo de ufónico y eufórico rimaría el matrimonio de hecho, ahora de moda, entre Bécquer y Triper!

José María Triper vive absorto, metido en sí mismo de continuo, a pesar de ejercer la profesión más vistosa y visitada, que es la prensa, y precisamente en las antípodas de la poesía, la sección económica, en la que se demuestra maestro del pueblo ignaro. 

Sin la mala vida, o la ajetreada vida, los poetas no lograrían ser tan buenos. Muchos de ellos se quitaron de en medio desgraciadamente cuando aún les quedaban muchas palabras por edificar en verso o prosa con belleza y emoción.

A veces los discípulos superan al maestro, y esta es una de esas, aunque me quede muy grande a mí llamarme maestro de nada. 

“Canciones para un recuerdo”, con el que se estrenó en El Parnaso (cervantino y lopesco) es ahora un tesoro codiciado. Lo merecía entonces, ya, en aquel año de las libertades primeras, 1.977, cuando nos encontrábamos cada tarde en Recopress, primera agencia de prensa autonómica y de barrio, que cofundamos con el capitán Carlos Ramos.

 ¿Te acuerdas, José María? Fuimos los pioneros, y este es el momento preclaro de evocar nuestros sueños de juventud.

¡Oh sol de la poesía romántica contemporánea, yo te saludo!

Iba ahora, al final, a entonar un cántico en alejandrinos monorrimos a la Lengua española, de la que te sientes y fuiste y eres superior administrador…, pero me abstengo para no enturbiar tu gloria presente, que resumo así:

“Lengua fractal de don Gustavo Adolfo Bécquer…
Lengua que nos ensalza, emociona y enternece.
Lengua que tú manejas con precisión de orfebre…
Háblanos, háblanos tú, y que la voz mía se quiebre”.

(Presidió el solemne acto la Ministra de Trabajo, Fátima Báñez, lectora empedernida del poeta. Sic transit gloria mundi)
Madrid, a 17 de febrero de 2014.

91 847 02 25


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