martes, 4 de febrero de 2014

El indulto


Antes, “todos a la cárcel”;

ahora, todos al indulto

después de haber amasado

fortunatas como pulpos.

Antes, todos atrapados

en arrebato convulso,

por violadores de niños,

criminales y corruptos.

Ahora ya a la pata suelta,

lejos de rejas y muros,

sin satisfacer la deuda

y echando al gobierno un pulso

los que por defraudadores

merecían ser reclusos.

Ahora, todos a la calle,

y que no quede ninguno

preso, para revolverla

en el Gamonal de Burgos

con pasión desaforada

y con muy supremo gusto

de los mismos, que son siempre

de sí mismos propios suyos,

tras haber dilapidado

un subterráneo conducto.

O haber pederestiado

y haber matado a lo bruto.

Lo que fuera desafuero

ya se ha convertido en humo;

se lo ha fumado Rajoy

como si fumara un puro

con la gran tranquilidad

que da un partido de fútbol.

“Pelotazos” semejantes

sólo Estrasburgo produjo

soltando a etarras ochenta

sin para nada presuntos.

Culpables hoy somos todos:

las víctimas, al sepulcro.

¡Qué cruz, Señor, ay, qué cruz

amparar a los verdugos!

Pero esa es la realidad

y este poema es trasunto

de tanta barbaridad

y tan imparable indulto.

De manera que ya estamos,

señores, hasta el prepucio

con la indulgencia colgando

de este gobierno de estultos.

Porque estulto no es el pueblo

sino el gran jurisconsulto

o ministro de Justicia.

Justicia, ¿cuál y a qué punto?

Nunca menos gallardón,

nunca en su hacienda más turbio.

Por estas y otras desdichas,

ahora voy y me lo emplumo:

por cobarde le denuesto,

por permisivo le imputo…

El poema es una broma,

pero de largo consumo;

broma, mas trágica, oiga

y lea, lector confuso…

Que carguen con sus memeces.

Y allá cada cual. Y punto.

a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25

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