miércoles, 22 de mayo de 2019

Pérdidas

En un ataúd de blanco
portaron a Julianín
camino del camposanto
unos niños de su escuela
con el maestro rezando.
Tomasín también murió
a sus diez escasos años
cuando era un angelito
de esos que se van volando.
Leandrito se durmió
sin darse cuenta en el campo
y corrieron las hormigas
sobre su cuerpo serrano.
A Suiza en busca de pan
se marchó mi primo Arcadio,
aún no sé por qué no ha vuelto,
aún no sé si lo ha encontrado.
Pepe, de cara redonda
como un currusco dorado,
subió a la torre del pueblo
y no llegó a ser muchacho.
Mi vida daría yo
por él de haberlo encontrado.
Anuncia, la novia virgen
que me cogía del brazo,
ingresó en las Jesuitinas
y de mí pasó de largo.
Lurdes también se hizo monja
y, bajo un hábito pardo,
ocultó el hondo tesoro
que a mí me habría gustado.
Con Pepín no supe nunca
cómo quererlo y tratarlo,
quizás no me diera tiempo,
era tímido y extraño.
De Manrique solo tengo
recuerdos vagos y gratos,
se fue cuando más podía
gozar estando a su lado.
Ezequiel se metió a cura
y luego de tonsurado
perdí su pista evangélica…,
ya Dios se me lo ha llevado.
Felisa en la levadura
con los puños al apaño
forjó unas blandas hogazas
para cada mes del año.
Todavía me la veo
con las mostelas a mano
diciéndome “ayúdame, hijo,
que el horno me está esperando”.
Yo la ayudo y ella ríe
y los dos nos encontramos
con los dedos en la masa
en unos tiempos lejanos.
¿Qué pasó con la Teodosia
amante del cura párroco
en las losas de la iglesia
justo enfrente del sagrario?
Pues vete a ver, la he perdido
como se pierde un rosario
y en mi rosario de amores
ya no figura, al contrario,
pues entre tantas mujeres
ella se ha desdibujado
con Don Flores acostándose
sin enterarse ni el nano.
Florentino ¿qué fue de él,
que en el arado romano
se cortó la picha por
no hacer los surcos trazados
derechos como una vela
tal cual se había apostado?
En Cuéllar la amurallada,
en Cuéllar se la implantaron.
Y poco más, desde entonces
no se mostró campechano.
Al Eusebio de la Eusebia
¿qué es que le pasó en el carro?
Que por más que se esforzara
nunca le sacó del barro
y el corazón le falló
tras un implacable infarto.
De Juanito ¿qué contar?:
Que el pobre falleció ahogado
en el río Duratón
tras cangrejos y tras barbos.
¡Cuántas pérdidas, Dios mío,
sin haberlas esperado!
Sigo echándolas de menos.
Me hallo triste y solitario.

a.sotopa@hotmail.com
918470225

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