miércoles, 8 de mayo de 2019

Hablar por hablar

Me hablan más los muertos que los vivos.
Me enseñan más que nadie los antiguos.
Me arrullan tiernas nanas y canciones de amigo.
Como puto me expongo de la puerta en el quicio.

Y se pasa la vida contemplándome
y me pasan los hombres y mujeres suplicándome
y a ninguno me doy porque es bastante
estar solo y callado en el amante instante.

Ya sé que no entendéis este poema enrevesado
ni falta que os hace aunque sonante esté rimado
en consonante y asonante lado a lado
como la amante y el amado enamorados.

Me lancé de este mundo a ya no sé cual otro,
todo él para mis hijos, todo él para vosotros;
olvidadme os lo pido; prefiero dormir solo;
dejadme descansar con mi Dios, el Todopoderoso.

Ya sobreviviré. Por eso no más clamo
ni al cielo ni a la tierra. Adiós, hermanos.
Mis libros son mi senda. Mis libros son mi rastro.
Leedme y recordadme pluma en mano.

Apuleyo Asno de Oro, Apuleyo bestial,
Apuleyo canoro,  Apuleyo (también) sacerdotal.
Apuleyo en Madaura y en la Grecia filosofal.
Apuleyo principio de la A alfabetal.

Al corriente de todo he estado siempre
pero no me ha llevado la corriente
de la moda casual inconsistente
que se va y vuelve a mantenerse.

Ahora ya en Zoquejo también soy el final
de la Z que Fátima publica en digital.
Todo es nada, lectores; la vida pasa igual
encima de nosotros  hasta el golpe mortal.

Estación Términi a la vista,
los andenes del tren en la pupila,
rilan que rilan la tristeza y la alegría.
Adiós, viditas mías.


918470225

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