lunes, 18 de junio de 2018

Canto a la hermana Argentina

Este canto de amor en forma de crónica romanceada, va dedicado a la hija o hermana de España, que atraviesa momentos difíciles en su economía a pesar de que un día fue granero y establo de nuestros compatriotas, muchos de los cuales, especialmente gallegos, aún residen allí. Mi viaje reciente a esas tierras no pudo ser más satisfatorio con los colegas de FEPET, a los que se le declamé in situ.
 

Canto por ti, Argentina:
por tus ríos de La Plata,
por tus hondos manantiales
y tus calles enramadas.
Canto por las tierras negras
que te colman de abundancia.
Canto por tu señorío,
tu prestancia y elegancia.
Canto por tus hombres libres
y tus mujeres aladas.
Canto —pues nobleza obliga—
por ese bosque de estatuas
que pregona tramo a tramo
de las calles y las plazas
la memoria redentora
del renacer de la patria:
José Hernández y sus gauchos,
Borges, San Martín, Cortázar,
Bioy Casares, Maradona,
Carlos Gardel, Atahualpa…
Canto haberte visto encima
de un caballo por la pampa
allá en “Don Silvano”, prado
de magnolios y albahacas.
Canto cuecas, bailo tangos,
rasgo cuerdas de guitarras
en los turbios arrabales
de tus noches alunadas.
Canto y te amo dulcemente
como a una novia galana
por tus museos, tus libros
y tu Casita Rosada.
Canto y me entrego a tus vinos,
rimo corderos con vacas,
y me siento un payador
con el alma en la garganta.
Digo tu nombre, Argentina,
y se me saltan las lágrimas
como ríos desbocados
que de inundarme no acaban.
El teatro de Colón,
con sus paredes forradas
de pan de oro con espejos…
duplica sus mil butacas.
Y en las “estancias” del campo
resplandecen Flora y Fauna,
caminito, caminito
de “La Boca” llena de agua…
Canto esos tangos porteños
—muslos prietos, piernas largas,
brazos tensos, vientres planos,
frente a frente o espalda a espalda…—
Y  entonces ansío ser gaucho
cabalgando en potra brava,
y entonces brillan puñales
escondidos tras la faja,
recordándome los tiempos
de aquellas mujeres “sabias”
que por amor a los hombres,
cuya sangre calentaban,
se dejaban arrastrar
con champán entre las nalgas…
En nombre de la FEPET,
gracias, gracias, muchas gracias,
por este viaje a la Historia,
por este abrazo a la hermana,
por este beso en la frente
que me llena de nostalgia.
Volveré a verte bien pronto
porque me has llegado al alma.
Volveré a La Recoleta,
Volveré al Mar de la Plata,
Volveré a Puerto Madero
y a esa Casita Rosada.
Espérame, vida mía.
Y sigue cantando. Y baila.

91 8470225

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