miércoles, 20 de junio de 2018

El planeta del plástico

Estamos encerrados en las bolsas de plástico.
Los mares y las tierras usamos a barato.
Los cielos ya no caen encima del asfalto
y el asfalto se colma de polución al canto.

Tiemblan los ciudadanos, tiemblan los verdes álamos,
y por más que clamamos, clamamos y clamamos,
se instala entre nosotros el derroche climático
que torna los vergeles en desiertos impávidos.

No puede ser que el mundo se vaya boca abajo
con los peces comiéndose lo que nos dan abasto
después de resurgir tras redes y trasmallos
sin lograr respirar… prácticamente ahogados.

¿Qué será de los grillos, los sapos, los galápagos,
las ranas, los mochuelos, las sierpes y los cánidos,
los túnidos, los pícnidos, los valvos, los crustáceos,
los linces redivivos, los lobos asustados?

Si los hombres no pueden o no saben cuidarlos,
¿qué será de los ríos torcidos y enfangados,
qué de los montes híspidos, qué de los altos páramos,
qué de los valles fértiles y los huertos labrados?

Estamos habitando un planeta de plástico:
de plástico los frutos, las flores, sus encantos,
de plástico los bolis, las plumas y sus cascos,
de plástico las redes de los tuits informáticos…

Y así no habrá quien viva. ¡Ay, por favor, pararlo!
Y es que nos destruímos y nadie estará a salvo
de la exterminación de los seres humanos.
Fin de ciclo y de historia, fin de todo. Me callo.


91 8470225

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