miércoles, 10 de septiembre de 2014

Prosa y verso para alumbrar y juntar la realidad con la imaginación

Como al genial dramaturgo Enrique Jardiel Poncela –autor de Tres corazones con freno y marcha atrás, ¿Hubo alguna vez once mil vírgenes?, Usted tiene ojos de mujer fatal, Espérame en Siberia, vida mía, Como están mejor las rubias es con patatas o Amor se escribe sin hache- se me da mejor cultivar el verso que adecentar la prosa, aunque él haya sido aplaudido más por lo segundo que lo primero, y a mí no sé si me aplaudirá nunca nadie por uno o por otra, pero tampoco importa. Sólo sé - como él mandó estampar en su epitafio- que para recibir grandes elogios, hay que morirse pronto, y yo, sin embargo, aspiro a seguir vivo por mucho tiempo. Al fin y al cabo, llamarse Apuleyo está para tal causa, para los restos que me queden por entregar, en honor de ese tocayo que recorrió la Magna Grecia desde su Mauritania natal para escribir Ásinus aureus,  el Asno de oro. Asno de oro me encantaría en todo caso ser y como tal permanecer.


La inspiración, en cualquier caso, se busca y se prepara, no hay que sentarse a esperarla. Las musas griegas y latinas endiosadas por voluntad popular, hace tiempo que fenecieron y se ausentaron de la imaginación democrática a la llana, sin aristocracia alguna que brille hoy en día. Así que a ser el que se es, y nada más. Con eso basta.


Tengo a grande orgullo contar de momento con una pléyade de poetas aprendices “fans” que imitan mi modo de componer y rimar. Pronto superarán a su maestro, y eso es lo que les deseo y espero. La historia de la literatura es una sucesión continua  de creadores y admiradores, como yo lo fui de otros: Boscán, Garcilaso, Lope, Fray Juan de la Cruz, Calderón, Bécquer, Espronceda, Lorca, Rosalía y tantos más.


La vida ¿es verso o es prosa? Las dos cosas: sublimidad de los cielos y superficialidad de la tierra. Entre las dos nos disipamos. Si sirven para algo…Tú tienes la palabra.


91 847 02 25
a.sotopa@hotmail.com

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