Mayo mayea

Enmayarme, desmayarme y sumergirme en mayo, adonde el esplendor de la naturaleza creativa me convoca, es lo que más deseo. En él me meto y centrifugo, rodeado de flores, árboles, sol, lluvia tibia y alfombras de yerbas verdes.

La vida es positiva en mayo, las venas rojas de la carne a flor de piel y las venas azules de los ríos por el campo amenizado corren a la par, sin detenerse hasta desembocar en el corazón de las emociones todas. ¿Os pasa y sobrepasa lo que a mí? Sí, seguro.

¡Cómo late el tiempo en mayo, cómo se desenvuelve y desembaraza, cómo se agranda en los días y se empequeñece en las noches, después del largo letargo del invierno cansino! Dadme mayo y quitadme los otros meses, si queréis, que me resultan por demás innecesarios.

Hago mío, desde ahora y para siempre, el romance anónimo del lírico juglar enaltecedor: “Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor…” Así sea. Y aquí estoy como es debido para servirle y para que me sirva, a mayo digo.


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