Insecto que corre o vuela,
a la cazuela.
O “asao”
como propone la FAO.
Para quitar el hambre
que da calambre.
O llenar la barriga
igual que la hormiga.
En redondos platillos,
grillos, grillos, grillos,
y moscas
en las tabernas toscas.
Tortura para el mosquito
en su finiquito.
Ay, caballito de mar,
vas a dejar de volar.
Las alas de las mariposas
no volverán a ser rosadas rosas.
A todos estos ingredientes
hay que meterles el diente.
Incluso a los saltamontes
en sus rasantes remontes.
Oh experiencia gastronómica,
qué crujiente y qué económica!
Insectos como pollos
para los zampabollos,
con escarabajos
de la boca a la panza para abajo.
Sus beneficios nutricionales
cuentan que son superespeciales.
Así sea,
y el que los coma se lo crea.
Menú inolvidable
en el monte, en el campo y en el valle.
Más que el vacuno,
ciento por uno.
Plato principal
del obrero y del municipal.
Pues es fuente alimentaria
de la nueva culinaria.
Calcio, hierro, plomo y zinc,
tanto o más contienen que el delfín.
Oh nutrición del futuro
en vez de pan blanco y duro.
Langostas
a toda costa.
Avispas
pero no obispas.
Abejas
igual que ovejas.
Pulgas y piojos
sin mirarlos a los ojos.
Dípteros y coleópteros
juntos con los himenópteros.
Tienen mucha vitamina
y hay que explotar esa mina.
Si son alimañas,
con tiento y con maña.
A las cigarras
con garras.
A las termitas y las mariquitas,
sin repelús ni quitas.
En los bares
a pares,
En los mesones
a millones.
La insectofagia se contagia.
Parece un arte subliminal de magia.
T: 91 847 02 25
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