Estas son las mañanitas
templadas de Castilnovo
cuando las pían las aves
y el mayo se hace de oro.
Al castillo se subieron
los rayos del sol redondo.
Ya no sombrea la noche,
no se asoma más el moro.
Venid, venid, castellanos
de trigos de pan y mojo.
La corriente del San Juan
le ciñe un cinto de plomo.
Venid, venid, caballeros
con la aljaba al par del hombro.
Una princesa escondida
suspira por tener trono.
Estas son las mañanitas
más propicias a los novios.
No lo son las del invierno.
No lo son las del otoño.
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