Bástale a cada día su propio
afán, dijo el sabio Salomón, y el afán de la concejala de cultura de Los
Yébenes, pueblo toledano y por lo mismo cervantino, un día cualquiera de este
verano ardiente, fue tocarse el clítorix, o sea masturbarse, con el móvil de
frente en la otra mano disponible, para
que quedara grabada la experiencia o experimentación sexual. ¡Bochornoso
espectáculo!
Y eso es lo bueno, porque
gozar, aunque sea onanísticamente, place mucho. Dichosa ella, la señora
Hormigos, señora o lo que luego el quijotesco pueblo la llamó, de vulpeja para
abajo, porque abajo se sitúa el punto G y porque lo malo del valle escrotal-uterino
no es que uno o una se lo frote, refriegue y estimule, sino que un desaprensivo
casual, de los que abundan en cantidad, haya tenido acceso indemne al minivídeo
o cortometraje de la hormiguita Hormigos y, quizá por despecho y venganza
amorosa, lo haya puesto en evidencia por las redes digitales –digital ya era-
para la contemplación universal o global que ahora se dice. Y eso no, hasta ahí
no, que era privado, según confesión de la interfecta, cogida con los dedos en
la masa semental.
Y es que se ha armado la
marimorena. Ella se indignó, cuando no había sido digna consigo misma antes, y
el escándalo se ha distribuido y repartido más que la estampa del Eccehomo de
Borja. Este país es así, que aún pasándolas canutas, se divierte, pero siempre
a costa de otros y otras.
¿En qué quedará la cosa esa
tan picante de los ovarios de Los Yébenes? Vete a ver. El caso es que desde el
Monte de Venus se le ha visto el plumero a todo cristo, sin perezonium de
respeto, por supuesto.
Yo no quito ni pongo pelos
al asunto vaginal; simplemente le doy aire. Que se airee la hipocresía general,
la de la dicha ¿señora? y la de sus ¿escandalizados? detractores. Escrúpulos en
el siglo XXI ¿de cuándo acá?
¡Política, ay cuántas
torpezas, banalidades, masturbaciones, corrupciones y estupideces se expanden
en tu nombre! ¿No tenemos otro tema más sub-liminal del que hablar y escribir?
Da la impresión de que no. Somos incorregibles.
Un buen cronista, sí.
ResponderEliminarLo mejor fue lo de "el vídeo ya era digital" jajaja.
Un saludo
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