miércoles, 24 de abril de 2013

Leyendas de María (Estampas líricas de la vida de la Virgen en pos de Jesús)



Los evangelios son parcos en noticias sobre María, por eso me he tomado la licencia poética de recrear algunos episodios, pensamientos y manifestaciones de su vida que, aunque no se recogieran escritos por los apóstoles, bien pudieran haber sucedido.

Evidentemente, tanto Marcos como Mateo, Juan o Lucas son cristocéntricos, no podía ser de otro modo, no cabía en su mente de entonces lo que iba a trascender la figura de la Virgen como representación de la Iglesia.

Mis apuntes canónicos y apócrifos van, pues, en la línea de esa tradición cristiana, que es otra forma de verdad mantenida y respetada.

Creo cada vez más, no en la realidad cegata y dura, sino  en la hiperrealidad de las leyendas; arrancan de un mito histórico, que hace de la necesidad virtud, y responden al hambre de conocimientos y sentimientos del espíritu humano, eterno aspirante soñador a un Edén en el que se codeaba con los dioses.

Presento aquí a la Virgen como la primera seguidora, la primera discípula y la primera amante del Dios encarnado. Cercanía mayor no la alcanzó nadie nunca, pues llegó a poseerle en su seno y a ser poseída por su Amor. Ese cordón umbilical de admiración y adoración entre Jesús y María no se rompió ni en la Cruz porque las madres no tienen más sueños ni más esperanzas que las de los hijos por encima de la muerte, y como fue su esperanza es nuestra esperanza, y como fue el cumplimiento de su sueño redentor es nuestra redención. 

Desde los Santos Padres hasta los más altísimos poetas han encumbrado a la Virgen nazaretana en el altar de su corazón y en él la entronizamos nosotros junto al Bienamado que la elevara en cuerpo y alma a los cielos. La “traslación de María” se hunde en la raíz y en la memoria de los pueblos cristianos, que la evocan y advocan con mil preciosos títulos y fiestas.

Léanse estas estampas líricas como un devocionario singular o récense como un rosario de perlas sacrosantas y medítense con la parsimonia de un anacoreta silencioso en medio de este mundo febril y desasosegado que nos ha tocado vivir. También pueden admirarse y hojearse como un tríptico dorado que el autor hubiera manuscrito de rodillas con hilos de versos a lo divino.

Son mis flores a María, flores de palabras bellas en consonancia con la más pura y más fuerte de las mujeres bíblicas. 

Aunque mis “fablillas” o leyendas místicas recorren sus pasos por la tierra como una Eva impoluta, sentí en algunos momentos que una fuerza entrañable y superior me las dictaba. Aspiro a que esa sustancia espiritual fluya del papel al corazón del lector, y en tal espera apasionada quedo, pues nada sería más reconciliador para mi que ser el transmisor del Camino, la Verdad y la Vida a través de un misterio insondable, pero real, el de la Inmaculada Concepción. Sólo quiero, repito, ser “trasunto de cristal, bello esmalte de ataujía”, como aquel Juan Ramón que esperaba a un “Dios deseado y deseante”. Aquí está, en manos de su Madre. Y en las indignas mías.

http://alhilodelavida.blogspot.com.es/2013/04/x-los-cabellos-de-la-magdalena.html

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