miércoles, 20 de noviembre de 2019

Los golpes bajos de la vida




Estaba yo un día triste,
tan triste como alelado,
cuando me vino a las mientes
por qué ese día macabro
no me quitaba de encima
semejante golpe bajo
que me dejaba aturdido
sin el control necesario,
componiendo un poemilla
—poemilla o poemazo—
que me quitara la pena
que ya me estaba embargando…,
y empecé a escribir deprisa
—deprisa, que no despacio—
este que aquí mismo expongo
sin que me cueste trabajo
y que me ayudó a vencer
la acedía y el desgarro
que me habían convertido
en un muñeco de trapo
a vaivén  de los pesares
y de los estados de ánimo,
librándome al fin de humores
penosos, vagos y aciagos.
En resumen, que me encuentro
limpio  de todo cuidado
y más alegre que un mono
y más piante que un pájaro
y más luciente que un pez
y más juguetón que un gato
con un ovillo redondo
rodando, siempre rodando…
y más paciente que un búho
y más fuerte que un caballo,
un toro, un caimán, un búfalo
o un cocodrilo dentado
que por el Nilo se escurre
taimado, siempre taimado,
a la espera de una presa
descuidada en el yerbajo.
Tomen ejemplo los débiles,
los pobres,  los apocados,
los tiquismiquis, los bobos,
los descontentos a saldo,
los perezosos, los tímidos,
los cobardes, los tarados,
los zopencos y engreídos,
los payasos y los cuáqueros.
La vida tiene estos golpes
—muchas veces golpes bajos—
y habrá que enfrentarse a ellos
para siempre superarlos.
¿Qué más da que el frío invierno
nos hiele los pies y manos
o que el Rey sol nos desnude
por las playas en verano
si es que también hay otoños
de árboles amarronados
y primaveras florícolas
en suaves y amenos prados?
¿Qué más o menos nos dan
las montañas o los páramos,
los valles o las praderas,
los ríos o los barrancos,
los desiertos arenosos,
los poderosos pantanos,
las marismas humedales,
los campos abandonados…
o los días con sus noches,
los glaciares y los lagos?
¿Para qué la voluntad,
para qué la fuerza de ánimo,
para qué el tiempo, ese cíclope,
sino para reafirmarlos
y estar a disposición
de lo que disponga el Hado?
Sólo le pido a la vida,
que me mantiene de encargo
de un Dios pleno, omnipotente,
magnánimo y soberano,
que me deje como estoy
cumpliendo años y más años
y escribiendo a todas horas
sin hacerle a nadie daño.
En consecuencia, señores
que me leéis a diario,
forjaros igual que el hierro
en la fragua de Vulcano,
sed un volcán como el Etna,
volad como un aeroplano,
tomad las riendas del cuerpo,
razonad con temple claro,
huid del vicio herrumbroso,
tened el alma en las manos,
embridad los sentimientos,
gozad en paz del trabajo,
liberaros de las penas,
la abulia y sus golpes bajos.
Entonces tendréis mi estima,
entonces seréis colmados,
entonces, válgame Dios,
entonces os diré: ¡”Bravos”!        



918470225

No hay comentarios:

Publicar un comentario