miércoles, 6 de marzo de 2019

Alfarerías

De barro, solo de barro,
Dios hizo el primer cacharro.
Pero luego le insufló
un alma al barro y salió
andando Adán tan bizarro.

Eva, la mujer primera,
la sacó de una costilla
y hay que ver qué maravilla
que le aposentó a la vera
si no fuera tan cotilla.

Llegó entonces Lucifer,
el demonio más brillante,
y se le puso delante
disfrazado de otro ser:
una serpiente reptante.

¿Qué hacer ante el que echa el guante?
Pues pensar y ver qué hacer
antes de entregarse a él.
pero Eva, la inconstante,
accedió a su mal querer.

El árbol del bien y el mal
con la manzana colgada
fue su fácil coartada
para el pecado mortal
con el que Eva fue marcada.

Y desde entonces estamos
todos los hombres perdidos
por más que cinco sentidos
y el sexto común tengamos
aunque  siempre distraídos.

Pues de aquella escandalera
que se armó en el Paraíso
sin la hoja de la parra (o de la higuera)…
pasó lo que  Dios no quiso:
echarlos  a rayos fuera.

Culpa lleva la mujer,
dígase lo que se diga.
A mí me importa una higa
mas no lo logro entender
aunque a ello se me obliga.

Pongamos un suponer:
¿La tierra un Edén sería
sin existir la mujer?
No, señores, pues la hombría
necesita de su ser.

A mantenerla segura
debiera de dedicarse
más que a sí mismo aplicarse
debajo de la cintura,
que es cosa que poco dura.

Termino como empecé:
Hombre y mujer están hechos
de barro pero derechos
y lo que además me sé
es que se hallan satisfechos.

Dejemos de divagar,
quedemos ambos en par:
hombre y mujer, los dos juntos
como fijos contrapuntos
en que nos hemos de aunar.


918470225

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