viernes, 27 de mayo de 2016

Encuentro La Salle Segovia 2016





Bienvenidos a Segovia
los lasallanos habientes
que por La Salle dais todo,
os cueste lo que os cueste,
siguiendo a Carlos Urdiales
allí donde esté él presente,
como aquí, donde su Aurora
sus firmes pasos mantiene.

El alumno pontificio
tanto sabe, tanto invierte
en ponernos a su lado
de buen guía permanente,
que merece el homenaje
de los que somos sus fieles
desde el Escolasticado
de los arcos griñoneses
con cristales para ver
y leer libros simientes:
aquel Poema del Cid,
aquel Berceo ferviente,
aquel Romancero Viejo,
aquel golondrino Bécquer,
aquel Gracián aforístico,
aquel Azorín luciente,
claro como el agua clara
del manantial de una fuente,
cuyas frases eran flechas
o surcos llenos de mieses,
y aquel Ortega y Gasset
y aquel Machado docente
y aquel Menéndez Pelayo
“martillo de los herejes”,
y aquel Fray Luis de León
de versos salmanticenses,
y aquel Balmes y aquel Diego,
Lorca o Juan Ramón Jiménez
que nos tuvieron en vilo
en tiempos adolescentes.

En la tarde del amor
vedle sabio, hondo, ardiente
como a un San Juan de la Cruz
tras el Cordero celeste
por los montes carmelitas
cantando suaves motetes.
¿Dónde te escondiste, Amado?,
repite, sin abstenerse,
y el gregoriano resuena
remezclado con sus preces
recordándonos la historia
de la educación pendiente,
gracias a su magisterio,
que no debe de  perderse.

En este día de mayo
marianista y floreciente,
salve sea en la Fuencisla
desparramada de verde,
después de ver el Alcázar
con sus torres renacientes,
la calle de los turistas
francos, chinos, japoneses…
el Parral junto al Clamores
yéndose, yéndose, yéndose,
la Judería y el Corpus,
el acueducto aquiescente,
la Santa Cruz de la SEK
que hoy su capilla pervierte
haciéndola paraninfo
de incultos actos solemnes,
y más y más virguerías
del arte sobresaliente
que domina la ciudad
que visitó el Arcipreste
buscando fembras fermosas,
ay quién se las encontrese!

Hoy, colegas lasallanos,
Dios se nos ha hecho presente,
vestido de geografía
-su más inconsútil veste-
para celebrar la gloria
de encontrarnos frente a frente
en un concilio amistoso
que a otros más se pareciese,
como el de la  Zaragoza
o la Málaga caliente,
o la Sevilla encantada
del Guadalquivir por suerte
caminito de la mar
coloreada de peces.

Siendo como sois discípulos
del Maestro hasta la muerte,
profes más altos seréis,
cosas más altas veredes
en tanto siga la estela
de estos encuentros profeses.

¡Arriba los corazones.
Arriba manos y mentes.
Arriba los hombres justos
con sus muy justas mujeres:
Maribel, Chelo y Aurora,
Clara, Ana, Lola, Nieves,
y las demás que no nombro
en gráficos caracteres:
las que apoyo firme y fiel
de sus maridos lo fueren
en cualesquiera ocasión
juntas como un ramo verde.

Luego de vuelta a Madrid
y a vuestros propios quehaceres,
recordad que mi Segovia
se os entregó, qué inocente;
os trató como a quien sois
doctos en muchos saberes
y os dejó una huella crónica
para volver si quisiéredes
a esta real villa y urbe
abierta por sus paredes:
judíos, moros, cristianos,
gratos en reconocerse.
Me abstengo de más deciros,
con lo dicho es suficiente.

Ahora levantad la copa
y gritad conmigo fuerte:
¡Por la Estrella de La Salle.
Por su Capitán teniente.
Por la Fuencisla y San Juan
labrados en piedra agreste.
Por Teresa la abadesa
abulense arborescente.
Por nosotros, por España…
Por la escuela… eternamente!
Dios nos coja confesados
como a Él y a nos conviene.

No he hecho más que recordar
lo que a todos es vidente:
que unidos nos salvaremos,
que juntos nadie nos puede.

Salud, profetas del bien,
y hasta el Congreso…  que viene.
Buenas tardes, buenas noches,
buenos pasos consiguientes.
A Georgina mi perdón
y a don Diego igualamente
por no haber sido cautivo
de su música. Otras veces.

Y mañana Dios dirá,
que mañana ¿quién la advierte?
Adiós con el corazón.
Sosegaos. Paz y bienes.


918470225

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