miércoles, 16 de enero de 2013

ODA DE AMOR A LA SIERRA DE GUADARRAMA


Hay una Sierra en que Madrid se cierra.
Hay una Sierra en que Madrid se abre.
Madrid es una puerta sin fronteras.
Madrid es un camino a cualquier parte.

Se alza frente a mi casa el Guadarrama,
cordillera ojival de tomo y lomo
que impone como un Dios su eterna estampa:
una crustácea voluntad de plomo.

Pero a la vez se escurre crudamente
en impávidas moles de granito
que pulen insaciables los torrentes
con un buril de acristalado filo.

Su arbolada belleza ¿quién la encumbra?
¿Qué cíclope sostiene en las espaldas
esta estatua durmiente, esta armadura,
esta espina dorsal de las Españas?

Por sus vaguadas corro como un ciervo,
por sus canchales salto yo a la comba,
en sus veneros con mis manos bebo,
manos hechas ritual, cáliz y concha.

Soy un rey por los montes cinegéticos,
un pastor trashumante por los prados,
un donoso Arcipreste de senderos
y un amante cortés enamorado.

De la aulaga al espliego piso y huelo
el aroma en redoma retenido;
chiquitina es la flor y pobre el suelo
pero enloquece todos mis sentidos.

Cubre el ramaje mi sudor de sienes,
oigo el alto trinar de los jilgueros
y leo el pergamino ocre y crujiente
que traza el jabalí, hozando fiero.

Y allí donde las nubes tocan tierra
al modo de las Musas del Parnaso,
me arrodillo y entrego mis ofrendas:
palabras y palabras, cielo al raso.

Gran Vía de cristianos y de moros
es esta sucesión de dromedarios
que transporta viajeros, sueños, tronos,
condes, monjes, poetas y aldeanos.

Pues no divide, junta; no rechaza
sino que acoge pueblos en agraz
y lenta y hondamente los amasa
en artesas o navas de  la paz.
Escorial, Miraflores, Rascafría,
El Espinar, Buitrago, Manzanares…
son hitos de la historia que convidan
a vivir y pujar entre pinares.

Por eso hice mi casa yo a su abrigo;
por eso aquí me tienen enclaustrado
los barrancos suicidas, los alisos
y los robles erguidos y tatuados.

Nada me falta ni me sobra, juntos
recibo el agua, el sol, la luz, el viento;
almaceno los libros y los frutos,
escribo, toco, canto, pienso, siento.

¡Si supieran quién eres, Guadarrama!
¡Si vinieran a ver la biblioteca
de nombres cultos de canela en rama
que hicieron tu retrato en sus poemas:

Rafael Montesinos, siempre niño;
Leopoldo Panero, nieve fina;
José García Nieto, lira en pinos
y Luis Rosales, ave en Cercedilla!...

Y, ¡cómo no!, el bueno de Machado,
el trotero Juan Ruiz de las serranas,
el Enrique de Mesa cartujano
y el cetrero Marqués de Santillana…
Me callo y te contemplo, amigo viejo,
una vez más tras la ventana clara,
y me guardo las cartas del secreto
que tu visión me da cada mañana.

Me voy contigo adónde tú me lleves
del soberbio Madrid atareado.
Me voy pero me quedo porque suene
en mi tu corazón del verde al blanco.

Que pasen por tu vientre trenes aves,
más veloces que ríos sobre rocas.
Que el hombre en su locura te traspase,
buscándose a sí mismo entre las cosas.

Yo ya encontré lo necesario y justo
a tus pies, a tu sombra, en tus entrañas.
Soy tu escudero fiel y tú mi escudo.
¡Soy tu amante fatal, mi Guadarrama!


a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25

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