jueves, 10 de enero de 2013

LA NIEBLA CUBRE EL PAÍS

Hay niebla a ras de tierra y al ras de las mentes. Niebla, niebla, niebla que encubre el paisaje y entorpece el movimiento. Niebla que todo lo oculta y  lo anubla. Niebla que hace colisionar los transportes y obstaculiza las vías de comunicación cordial, verbal y mental entre los hombres, entre los poderosos responsables mayormente. Que vuelva Unamuno y nos la dilucide en su nivola “Niebla”.

Que se disipe de una vez. Que veamos claro lo que pasa, lo que nos pasa y su por qué. ¿Por qué? ¿Por qué? Una, la terrenal, es un accidente climático casual, propio de los estériles inviernos; se va a ir cualquier día de estos y quedará despejada la superficie. La otra es más profunda, difuminada, traicionera, imprevisible y torpe, y se aposenta en el campo de los orgullos personales no compartidos, casi a ciegas de lo que viene y está delante de las narices, con las exigencias tramposas de la sombra. Unas y otras tapan el sol del conocimiento de las cosas. Así no se puede hacer camino al andar, si es que estamos andando hacia alguna parte mejor y no peor. ¿Adónde vamos? ¿Al desgajamiento taifeño? ¿Al federalismo asimétrico? ¿Y qué es eso del federalismo, matemáticamente hablando, con números rojos chorreando por las autonomías o “autonosuyas”?

Al Mas reducido a menos por la obnubilación de su mente –niebla, niebla, niebla- habría que cantarle lo que hemos cantado tantas veces: “Sabes mejor que nadie/ que me engañaste/ que lo que prometiste/ se te olvidó”.

¡Oh Dios! La niebla del país terrenal desaparece felizmente, pero las nieblas de la mente de sus políticos aumentan sin cesar y se convierten en una telaraña laberíntica. ¿Dónde está el Teseo que se enfrente al minotauro? Raja Rajoy.

91 847 02 25

a.sotopa@hotmail.com

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