lunes, 9 de abril de 2012

Sonata final de un viaje a otro mundo



Colegas de la pluma y la palabra:
es hora de partir y separarnos
como la uña que se desgaja de la carne,
carne latino-americana
de membrillos maduros.
Es hora de partir y de embarcarnos
hacia nuevas empresas de turismo
llevados por la Rosa de los Vientos
y nuestro espíritu insaciable de aventuras.
Cuando empezábamos a comprendernos
y a darnos lo mejor de cada uno de nosotros,
soltamos lastre,
pero en el pecho nos residen
los rayos que no cesan de los ojos azules de Ricardo,       enciclopedia andante;
la pedregosa voz nicotinada del grancanario Mario Hernández,
gastrónomo, gourmet y cocinero;
la enseñanza metódica de Ernesto, 
Magíster económico sensible
del cono sur de América;
el parlanchín despiste y desparpajo
de Julia la geógrafa y dictáfona;
la cabellera rubia de Anne Marie de Balde, tan chilena,
y el purísimo encanto sonriente
de Isabel la Barrantes, araucaria engallada,
arriba Costa Rica.
Oigo mientras nos vamos
la pisada pausada y cautelosa de Solís, retumbando en su panza soterraña,
y me llega el uterino balanceo
del niño bien sembrado en su ternura marital.
Federico se yergue,
bravío y altozano, cual roble de Castilla,
y siento que a su lado 
respira presurosa desde el fondo del alma 
María Teresa Grande.
Vicente lleva la medicina curativa dentro y la disipa en humo con elegancia y señorío natural.
Anunciación es dulce
y se calla y se calla,
pero lo dice todo
con su mirar y escucha atenta.
Tomás es suave y tímido
como un pájaro a saltos.
Guido templa la gaita y el Correa 
de su Ecuador querido,
y Mariano, Mariano Palacín, es un águila, sobrevolando el cosmos,
entre el humor, la astucia y el cabreo.
Bajando a los detalles de la VISIÓN ultramarina,
¿cómo no destacar y agradecer la barbacoa cárnica
del indomable e incombustible Julio César Debali
en su casa campestre
de la villa balnearia La Paloma,
a la luz de la luna toda llena, 
disertando sobre el amor y otros misterios?
¿Y cómo no volver hasta el Cabo Polonio,
soledad de las piedras y las dunas,
cascajo de bivalvos,
exposición de jipis artesanos
y patio de recreo de los lobos marinos,
o a la Punta del Este, por contraste, señorial y riquísima,
con los dedos de Dios emergiendo en la arena?
Y puestos a seguir
¿cómo olvidar las excelencias
humanas, culinarias, paisajísticas
del Park Hotel Guarita en las lindes de Torres,
concha paradisíaca de sirenas y barcos,
por donde el río Mampituba
se embarrena en la mar?
¡Ah, Eduardo, qué buena
la caricia templada
de la piscina repasando 
tu torso bilbaíno,
ya sin acoso
de alergéticas algas en las nalgas!
Damas y caballeros de VISIÓN y FEPET,
pura vida agotamos
contra el reloj del tiempo.
Repartimos discursos,
fatigamos caminos,
contemplamos cascadas, ombúes y palmeras,
eucaliptos y pinos,
zarzales y araucarias,
bañados y lagunas,
dunas, faros y cielos…
¡A escribir, a radiar, a visionar,
a ser los mensajeros
de Uruguay y Brasil,
hermanos en el viaje de la vida!
Mochileros del mundo,
ir y contarlo,
que yo me quedó aún
con la pluma en la mano.
El turismo es muy nuestro.

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