Lenta y cauta va la niña
“andando sobre la nieve”
y su balanceo leve
me conmueve.
Lenta y audaz se encariña
la niña que es de mis ojos
con los acebitos rojos
por antojos.
Lenta y bella la campiña
la recibe llana y llena
y la senda de canela
se enarena.
Nieve y tierra se hacen piña
de cariño en el camino
y hay como un eco divino
cristalino.
-Óyelo y siéntelo, niña,
le digo mientras la nieve
suavemente se desbebe
en aire aleve.
Y entonces, campiña y niña,
camino, nieve y arena
se disculpan de la pena
que me apena.
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