martes, 14 de junio de 2016

Pensión Flora, premio al mejor libro de teatro

No sé si sabía Basilio Rodríguez Cañada el Grande, factotum del Grupo Sial Pigmalión, que ya Antonio Buero Vallejo, cuyo centenario celebramos en mutísimo silencio, me había definido como “duende, niño y poeta con barba y pipa” en el prólogo-introducción a mi “Teatro para niños” editado por Fundamentos en 1981.

El caso es que acaba de otorgarme el “Premio Escriduende” a la Mejor Obra de Teatro 2016 publicada en su Catálogo, y yo se lo agradezco fervorosamente aquí.

La entrega del galardón tendrá lugar en la Biblioteca Eugenio Trías el domingo 12 de junio, a las 12 horas, como colofón de la Feria del Libro de Madrid. Nuevamente, gracias.

No paro de pensar que detrás de cada hombre o mujer, niño o niña, adolescente o adolescenta, joven o jóvena… existe un ángel o duende de buena o mala sombra y suerte, que dirige y ampara o tergiversa y hunde su porvenir.

¿Existen los duendes, los gnomos, los elfos, las hadas, las brujas? Claro que sí. Y más de una vez los vemos, los hemos visto y volveremos a verlos e imaginarlos. Porque los necesitamos. De ahí el éxito de mi “Pepín Pepino, el fantasma miedoso” (Editorial San Pablo), que ya va por su séptima edición y que colma los sueños de todos sus lectores por los colegios de España e Iberoamérica. (Aparte de sus traducciones al polaco y al italiano)

¿No fueron duendes (benéficos) Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Bécquer, Espronceda, Machado o Rubén Darío? Y más y más. Pues yo también, milagrosamente.

Permitidme un recuerdo final para Gloria Fuertes, mi hada madrina en esto de los cuentos y las poesías. Ella me confesó que “estaba hasta los ovarios de niños”. Lo decía de mentira, porque yo tampoco estoy “hasta los h.” Ningún lector logra tocármelos, sino que se sonríe conmigo.

a.sotopa@hotmail.com
918470225

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