están mano
sobre mano
mientras
discuten la huelga
sindicatos y
empresarios.
De momento
no hay acuerdo.
De momento
no hay reparto.
Ayunos de
las noticias
¿con qué nos
desayunamos
y con quién
lo compartimos
y con quién
la hebra pegamos?
El café ya
no es café,
los churros
se hallan varados
en la
trastienda del bar
como
amarillentos lazos
de
torraadictos sacrílegos
pidiendo la
paz a palos,
y los
tónicos licores
—cointreau,
ginebra, tabasco,
anís, vodka,
pacharán,
ron, orujo y
limoncello—
dejan de
echarse al estómago.
Pues si la
prensa no sale
a la calle
del cigarro
o del purito
habanero
o del purito
canario,
fumando
espero a que el tiempo
se pase sin
ser notado
mientras
escribo romances
como este
pequeño dardo
con las
sílabas contadas
que tiro a
los encausados
de que nos
dejen jodidos
sin los
tabloides diarios.
A falta de
papelera
prensa en el
kiosko-estanco,
abandono los
cafeses
y me meto en
el despacho
con los
libros mis amigos
bien
tendidos y arrimados.
La mañana se
hace cruces
y crece de
claro en claro
y a la tarde
en la piscina
pican el
agua los pájaros
que se van,
se van ¿adónde?
Yo también
me iré volando.
Vida que no
es vida, adiós,
hasta que no
sepa cuándo
debo volver
al kiosko
en el que
atento me planto:
-Hola, don
Oscar, me da
EL PAÍS, EL
MUNDO y CAMBIO
con LA
RAZÓN por delante
en la que
escriben —¡qué atracos!—
Alfonso
Ussía y el Burgos,
dos tíos
machos, muy machos?
—Tómelo
todo, Apuleyo.
Cada día se
lo guardo.
¡Ojalá
tuviera yo
clientes como usted, majo!
91 8470225
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