lunes, 23 de julio de 2018

Huelga de papel

Los ruteros de la prensa
están mano sobre mano
mientras discuten la huelga
sindicatos y empresarios.
De momento no hay acuerdo.
De momento no hay reparto.
Ayunos de las noticias
¿con qué nos desayunamos
y con quién lo compartimos
y con quién la hebra pegamos?
El café ya no es café,
los churros se hallan varados
en la trastienda del bar
como amarillentos lazos
de torraadictos sacrílegos
pidiendo la paz a palos,
y los tónicos licores
—cointreau, ginebra, tabasco,
anís, vodka, pacharán,
güisqui, chartreuse, “coñacos”,
ron, orujo y limoncello—
dejan de echarse al estómago.
Pues si la prensa no sale
a la calle del cigarro
o del purito habanero
o del purito canario,
fumando espero a que el tiempo
se pase sin ser notado
mientras escribo romances
como este pequeño dardo
con las sílabas contadas
que tiro a los encausados
de que nos dejen jodidos
sin los tabloides diarios.
A falta de papelera
prensa en el kiosko-estanco,
abandono los cafeses
y me meto en el despacho
con los libros mis amigos
bien tendidos y arrimados.
La mañana se hace cruces
y crece de claro en claro
y a la tarde en la piscina
pican el agua los pájaros
que se van, se van ¿adónde?
Yo también me iré volando.
Vida que no es vida, adiós,
hasta que no sepa cuándo
debo volver al kiosko
en el que atento me planto:
-Hola, don Oscar, me da
EL PAÍS, EL MUNDO y CAMBIO
con LA RAZÓN  por delante
en la que escriben —¡qué atracos!—
Alfonso Ussía y el Burgos,
dos tíos machos, muy machos?
—Tómelo todo, Apuleyo.
Cada día se lo guardo.
¡Ojalá tuviera yo
clientes como usted, majo!
          


91 8470225

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