y en todos
los estamentos,
de la prensa
a la política,
de la
justicia al comercio,
del teatro a
la novela,
del campo al
urbanamiento,
de las
playas a los montes
y de la
razón al cuento.
Me refiero a
los ventrílocuos,
artistas
titiriteros
que hablan
por boca de ganso
sin mostrar
su desacierto,
que hablan
cerrando los labios
pero
escupiendo y mordiendo
a este, al
otro y a aquel
que no
piensa como ellos.
La confusión
es tan grande
y tan a tono
el remedo,
que se da
por recibido
aun no
siendo más que un eco
de aquel que
les manipula
y nos
manipula a cientos.
La confusión
es la misma
en quien
maneja los hechos
por boca de
Puigdemont
o de su Quim
Torra obrero,
de manera
que asolados
y
entristecidos nos vemos.
¿Dónde
encontrar la verdad
de lo que
está sucediendo
si los
ventrílocuos son
mentirosos
sin remedio?
Hay
ventrílocuos del PSOE,
los hay de
PP y Podemos,
y los hay de
Ciudadanos,
todos
iguales y al tiempo.
Triste
remedo del jefe
son los ventrílocuos prestos
son los ventrílocuos prestos
a repetir
sus errores,
sus gracias
o sus enredos.
Pero así
estamos, señores,
al servicio
de los memos
que en sus
mímesis disfrazan
la realidad
con el sueño
haciéndonos
repetir,
hasta
extremos extremeños,
las
tonterías usadas
para gustos
de entretiempos
en que
privan las encuestas
y el voto se
echa de menos.
Arrivederchi,
ventrílocuos.
Para nada ya
os queremos.
Vendéis
viento que se pasa,
vendéis
capricho y veneno,
vendéis
polvo, patria y paja…
No tenemos
que atenderos.
Se acabó nuestra
paciencia.
Acallaros
por lo menos.
91 8470225
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