iremos (y
hemos ido) tras tus benditas huellas,
Maestro de
la Vida, Camino de Verdad.
Eres, Carlos
Urdiales, nuestro prócer ejemplo,
nuestro
espejo luciente y relampagueante,
nuestro
pobre de Asís, nuestra luz de humildad.
Por esta
Extremadura de la Guadalupana,
por esta
Extremadura de los Conquistadores,
por esta
Extremadura de Gabriel y Galán…
te hemos
acompañado con la mano tendida,
la mente
alucinada y el corazón ardiente,
el vino en
las tabernas y en las iglesias pan.
Un pan como
unas hostias sagradas de blancura,
ácimas y
redondas con máculas de fécula
henchidas de
pureza hasta la saciedad.
Nos ha
guiado siempre tu palabra certera,
nos ha
fortalecido tu cuerpo aún lozano
y nos ha
reavivado tu memoria simpar.
Mira, dices,
decías, los pájaros del aire
cómo comen y
beben, pues Dios los alimenta.
Mira, dices,
decías, no paran de volar.
Mira, dices,
decías, a los lirios enhiestos
sobre tallos
versátiles de delgada dulzura.
Míralos,
míralos… Enseñan a pensar.
Y así un día
tras otro, en el Campo San Pedro
de los Mayos
floridos en honor de la Cruz,
luego en el
oratorio perfumando el altar.
Y así
frecuentemente, Carlos, Carlos Urdiales,
antífona
viviente, antífona sonante,
con ritmo
gregoriano vibrante y colegial.
¡Qué
vísperas, qué ohsannas, qué clases escolásticas,
qué dorados
recreos, qué trabajos de huerta,
qué juegos
de criquet, qué paseos al par!
Estábamos
contigo por San Juan de la Cruz,
por Fray
Luis de León, por Teresa de Ahumada
y por el
caballero Mío Cid de Vivar.
Maestro, no
nos faltes ahora ni en la hora
de la
dubitación. Que el trivium y el quatrivium
nos sean
jubilosos buscándote al andar.
Maestro, no
te vayas; te queda mucho trecho
para estar
con nosotros, para re-afirmarnos,
para
multiplicarnos…¡y nunca en soledad!
Recuerdo tus
lecciones, asumo tu enseñanza,
bendigo tu
postura, proclamo tu pujanza,
te sigo como
a estrella sin cesar de alumbrar.
En los días
gloriosos y en las noches oscuras,
en las
nieblas grisáceas, bajo nieves y lluvias,
y en las
olas del mar… te siento caminar.
Paso al
frente señalas con la boina rojiza,
con el
signum La Salle, con la ley de la SEK,
Tot límina,
tot lúmina: avanzar y avanzar
Como Alfonso
el Magnánimo, como Isabel Católica,
como Carlos
I y el Segundo Felipe,
como Santo
Tomás, como el cura de Ars.
Eres astro
potente, catedral placentina,
Monfragüe
generoso de arboledas y flores,
Trujillo de
palacios y casonas de paz.
Carlos,
Carlos Urdiales, honrado sea tu nombre,
Eres hombre
cabal bien bregado en batallas,
cauto ante
los desmanes, recio en la adversidad.
Te queremos,
repito, te ansiamos gozosos,
te seguimos
incólumes, te ensalzamos sin tasa,
te servimos
como antes de la madura edad.
Danos tu
enhorabuena, danos tu cortesía,
danos tu
candidez, danos tu pulcritud,
danos tus
sabias manos, danos tu majestad.
Y ahora,
compañeros del diestro profesor,
brindad
conmigo en alto con la copa en el brazo
demostrando
en el gesto… total felicidad.
Va por ti,
Carlos, Carlos, o CUR del Afda fiel.
Maestros
lasalianos hasta el final del fin,
seguiremos
conjuntos por aire, tierra y mar
cuando no
haya caminos por donde más soñar.
¡SALUD!
91 8470225
Gracias, muchacho. Tú siempre tan grande y haciendo grandes a quienes no pasamos de pequeños. Dios te perdone. Seguimos en el tot lumina, tot limina.
ResponderEliminarEl comentario es el mismo en este 2024. Dios te perdone. ¿Eres de Segovia o eres andaluz?
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