se miraban
dos besugos
mientras
nadaban a plomo
diciéndose
cabezudos:
—¿Has visto
que van delante
los salmones
boquirrubios?
—¿Y a mí
qué, si no se enteran
de que vamos
detrás suyo
y podemos
distraernos
con otros
peces más chulos?
—Yo no
intento molestarte
sino hacerte
ver el rumbo
que ellos
llevan cara al río
por el que
van tumbo a tumbo.
—Déjalos,
que volverán
a este mar
ancho y profundo
en el que
estamos a salvo
de peligros
iracundos.
Y así se
quedaron solos
parloteando
los besugos.
Esto sucede también
a los hombres cojonudos
que en vez de unirse a una hembra
pasan hambre por un tubo.
(Puede y
debe quitarse, cortarse, el rabo de la moraleja si el texto se publica para
solo los niños)
918470225
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