Como los
agricultores
de los que
ya pocos quedan,
miro al
cielo cada día
por si
llueve, airea o nieva.
La tierra,
gira que gira,
ni es plana
ni se marea
aunque al
igual que una noria
dé vueltas,
vueltas y vueltas.
Somos nosotros
los hombres
los que
vamos de cabeza
al cielo que
nos prometen
políticos y
profetas.
Pero ese
cielo… o no existe
o aquí al
menos no se allega
por más que
le supliquemos
918470225
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