martes, 8 de enero de 2019

El jardín de Venus

Samaniego sabía
algo más que hacer fábulas
al estilo de Esopo,
el de la Grecia Magna,
que luego La Fontaine
también copiara
en el Siglo de Oro
de la lúcida Francia
del Rey Sol Luis XIV,
testa privilegiada.

Además se entretuvo
el Samaniego al habla
(que de versificar
no se paraba
en dar placer de broma
y cuerda larga
a sus contemporáneos
de destemplanzas),
se entretuvo, repito
con redundancia,
en  crear “poesías
verdes” de holganza,
que la imaginación alteran,
distienden y disparan
a los que ahora leemos
sus imponentes gracias.

En “El jardín de Venus”
plasmó sus enseñanzas
sobre amores lascivos
de toda laya
entre monjes y monjas
de sayo y saya,
ridiculizados
más allá de la raya
que la prudencia pródiga
con sensatez demanda.

Ved los ejemplos
que nos equiparan
con los más salidos
en largas tiradas
de su propio cráneo
a la desbandada:
“La tortuga, el piñón, la melindrosa,
la culta latiniparla,
el cura y el muchacho,
la paga adelantada,
el cuervo, el resfriado, el onanismo,
al mestre, cuchillada,
un zagalón del campo…”
y otras coplillas varias
llenas de dulcedumbre
y sal salada.

Leedlos en la web
del toma y daca
del Cervantes virtual
con Don Quijote y Sancho Panza…
y allí hallaréis cumplidos
vuestros deseos y esperanzas.
Yo me los leo
como arte de guasa,
pues se ríe del mundo
y la vida retrata.

Somos humanos.
¿Gracia o desgracia?
Allá cada cual
con estas fábulas
eróticas y obscenas
en abundancia
que el amor pervertido
cuentan y cantan,
ya practicado
por tantos y por tantas.
El que más y el que menos
siempre la clava
y es que a la ocasión
la pintan calva
una y otra vez,
séase a mansalva.
Me callo por no herir
vuestra semblanza.
Basta de perversiones,
basta de labia.
Ateneros al verso…
y hasta mañana,
que volveré a encenderos
con mis palabras
y las del Samaniego
poeta de Álava.
¡“Jardín de Venus”,
quién lo pillara
para darse un baño
de poética magia!
¿Será posible
cuando se acaba
el dos mil dieciocho
y el diecinueve se nos lanza?
A por él, ciudadanos,
que nos la empalma
como a los personajes
a los que encama.
¡Ay diecinueve,
raca que raca, rasca que rasca,
estaremos pendientes
de a ver qué pasa
con las mozas de antaño
en la añoranza.
De momento tenemos
enhiesta la palma
y enhiesto el atributo
masculino entre las nalgas.
Pues que lo mismo habite
la almeja bajo faldas
y seamos dichosos
por otra temporada:
la que Dios nos disponga
con vida sana.
Amén, que me la empino
y Santas Pascuas.


918470225

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