miércoles, 23 de enero de 2019

Máquinas

La más inquieta máquina manipuladora
es el cuerpo del hombre y las mujeres,
pero la están supliendo las de acero, aluminio, hierro y plástico
en todos sus quehaceres,
aunque las manejen ellos todavía y a destiempo.

Ellas ya son autónomas
y van solo a su avío y a su antojo,
imponiéndose al mando del incauto sapiente
que intentara ordenarlas.

Este mundo supremo
de inteligencia técnica, artificial, artística y estética,
ha dejado de lado y un plano inferior
a los trastos antiguos desusados…
y a los nuevos los hace funcionar de otra manera
mucho más limpia.
Es en la que estamos.
Los trenes, los aviones, los buses y los drones
los llevan unas manos invisibles e inmóviles
que todo lo detectan.
Se acabó el conductor uniformado para nada.

¿Adónde llegaremos con tantas invenciones
como nos sobrevienen y sobrevivirán?
Quietos no nos quedamos,
y por arte de magia o de birlibirloque
volamos, escribimos, hablamos, navegamos,
componemos historias,
circundamos los hielos,
asaltamos los cielos,
auscultamos las tierras,
despanzamos las nubes,
poblamos los desiertos
y habitamos las cumbres de la nieve asequible y esquiable.

Con tal de no parar,
los dedos se hacen duendes,
y más que la cabeza domina el pulso táctil,
incluso al son de un soplo o una palabra.

Bien para la humanidad
todo aquello que se haga con buena voluntad,
se invente, desarrolle, venga a cuenta o a cuento…
Yo lo asumo y celebro
y me crezco con ello.

La vida es un sendero por el que transitamos
hasta ser pura alma con los ángeles juntos
tocándonos la cítara del corazón acorde.
Que no nos falte nunca.

Y Dios, el Dios
que tantos nombres suma:
Naturaleza, Pan, Alá, Javeh,
Buda, Visnú o Siva…
nos recoja en su seno complaciente
de eternidad dichosa
cuando llegue la hora.
Pero que se tarde, la tarde del amor.


918470225 

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