que no
volverán
cuando era
tan bello
tragar sin
resuello
un trozo de
pan.
Que no se os
caiga,
que es
bendito don
de la mano
hidalga
del Supremo
Don
que en el
cielo haiga.
Y si se os
cae
—¡ay, ay,
ay, ay, ay!—
besadlo,
pues hay
que
reconocerlo:
deberéis
hacerlo
sin ningún
nanay.
Pan de cada
día,
y que no nos
falte
aunque nos
asalte
la pantagruelía
de los
jerifaltes:
Ser ellos
primeros
en llenar el
buche
mientras los
obreros
piensan que
son chuche
de sus
desafueros.
Claro y por
finar:
Que el pan
acompañe
el viaje
vital
y que se
restañe
el orden
social.
91 8470225
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