que años
largos nos ha dado
de estar a
gusto y al lado…
recuerdo
vuestra venida
a este
mundo. Fue el regalo
mayor que
nunca esperara;
va conmigo,
ara que ara
un surco de
amor. Propalo
hoy esa
dicha creciente
en mi
corazón ya viejo,
y siempre,
como a un espejo,
me la coloco
de frente.
Nacísteis de
madrugada
anunciando
el ancho día
de mi
paternal hombría
en fecha tan
esperada.
Otoño
acabando estaba
entre
noviembre y diciembre.
El frío se resbalaba
mientras salíais
del vientre
de vuestra
madre, una Concha
tan abierta
y tan caliente
que al
momento subsiguiente
ya el pecho
os daba, rechoncha,
en la
clínica Loreto,
al fin de
Reina Victoria,
esa calle
que la gloria
me dio de
veros… Me meto
puntualmente
a recordarlo
y contarlo
tal cual fue:
mis dulces
labios posé
en el cordón
al cortarlo.
¡Oh cordón
umbilical
tan
entrañamente atado,
nadie te
hubiera cortado
puesto que
eras la señal
de la sangre
repartida
entre el
hombre y la mujer
que recrean
otro ser
por continuar
su vida!
Yo era
entonces un mozuelo
y ella era
una mozuela;
los dos en constante
vela
y en
constantísimo celo
por modos de
educación:
el mío libre
y callado,
el de ella
duro y cerrado
sin dar
suelta al corazón.
Solo mente, mente
y mente,
pero mente
sin razón,
de modo que
un gran follón
nos estalló frente
a frente.
Yo ya
maestro de escuela,
ella alumna
incorregible…,
me era del
todo imposible
someterla a
mi tutela.
Y así fue que
una mañana,
que Dios me
perdone, hijos,
dejé de
teneros fijos,
que era lo
que era mi gana.
Miré libros
y pinturas,
cerré la
puerta del piso,
y emprendí
otras aventuras
solo porque
ella lo quiso.
Perdí, quién
lo fuera a ver,
mi paterna
potestad…
y soledad,
soledad
he padecido
después.
Olvidad este
reproche,
que a mí
mismo me dirijo.
Quiero
acabar con un broche
y ahora
mismo me corrijo.
Gozad en
tanto podáis
de padre y madre
esta vida.
Nunca
tendréis mejor brida
que la que
ahora sojuzgáis…
Descorchad
una botella.
Bebamos
juntos su zumo.
Los años son
polvo y humo
disipados
entre niebla.
91 8470225
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