jueves, 10 de octubre de 2019

Rapsodia española



Hoy he vuelto a Antonio Burgos
y a su “Rapsodia española”
para que el aire del pueblo
entre mis renglones corra.
Lastimosamente hablando
ya no existen los rapsodas,
pero yo quiero acercarlos
a mis romances y coplas,
a mis sonetos de amor
y a mis silvas sonorosas
como hicieron Lope, Tirso
y Calderón en sus obras,
más otros grandes autores
que nos reseña la Historia:
Gil Vicente, Garcilaso,
Zorrilla y el Padre Arolas,
Bécquer y el Duque de Rivas
o el amado García Lorca.
Si pongo mi voz con ellos,
sonará más ruiseñora,
más vibrante, más pulida,
más ardiente, más deudora.
Aquí van, pues, sus recuerdos
prendidos de la memoria,
de manera que se sumen
al acervo que les dora.
¡Ay poetas populares!
¡Ay populares rapsodas!
¡Cuánto os debe este poeta,
muchos días, muchas horas
manejando vuestros libros
deleitosos hoja a hoja!
Yo soy solo un reflejillo,
yo soy solo vuestra sombra.
Que mis ínclitos lectores
en sus ojos os recojan
y reciten vivamente
los versos que conmocionan
entrañándose en el alma
con sus sonidos y aromas,
sonidos y aromas de
infancia libre y dichosa
en aquellas escuelitas
rurales, blancas, rocosas.
Parque de María Luisa”
de la Sevilla de otrora,
Feria de Abril en Jerez”,
de Pemán, vate rapsoda,
El piyayo”, que pedía
por tangos una limosna,
El perro cojo”, que iba
por la calle hora tras hora
solicitando el cariño
de la gente bondadosa,
o “El niño marinerito”
que pescó la luna roja
en la mar ensalinada
de Alberti el de “La paloma”.
Gracias, Antoñito Burgos,
gracias por esas memorias.

                                                     918470225

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