riega los
secos campos,
claman los
labradores
hoy día
tractorados
en máquinas
soberbias
que separan
el grano
de la paja
banal
sin sudor de
trabajo.
San Isidro
bendito,
vuelve a
hacerles milagros
con el agua
del pozo
que subió al
hijo amado
a los brazos
del padre
que le
estaba esperando…
y derrámala
luego
sobre la sed
del hortelano.
San Isidro
bendito,
madrileño
aureolado
al que los
blancos ángeles
a ayudarte
bajaron,
ayúdales tú
ahora
que están
descaminados
y no saben
muy bien
donde poner
las manos.
San Isidro
bendito
y santo,
santo, santo…
a la “España
vaciada”
socórrela
por tanto
como en los
buenos tiempos
nos dio bajo
tu amparo.
Y no tomes,
por Dios,
esta súplica
en vano.
918470225
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