Luz, más luz
pido
igual que
Göthe en sus últimos ensueños.
¿Les llegará
la luz a las ventanas de mi alma
que son los
ojos de mi cuerpo,
aquel que en
la juventud
brillaba
ardiendo?
No sé ni dónde
piso
ni dónde
peso,
porque no
aguanto más
y no más
puedo.
Ayudadme los
listos
y apartaros
los necios.
Aún me
restan
músculos y
nervios.
El nervio
óptico
—el
mensajero—
me avisa de
que tarda
su
restablecimiento.
Ya no quiero
mirarme
frente al
espejo
por no ver
mis colores
tristes y macilentos
turbados por
los rayos
de los malos
tiempos.
¡Cuán grande
se hizo el bosque
de mi
ignorancia por momentos!
No remiro
los árboles
sino el
vacío que dejaron sin consuelo
los pájaros
volantes que, cansados,
se apoyaban
en ellos,
como yo,
peregrino
hacia la
cúpula del cielo.
Me encuentro
en esa edad en que la vida
se me tira a
la muerte contendiendo
por quién,
una o la otra,
triunfará en
el empeño.
Ni de lejos
ni de cerca
se me
aproximan los objetos.
Todo me
queda fuera.
Todo son
miedos.
La claridad
huyó.
El mundo es
negro.
91 8470225
¡ Qué grande eres, Apuleyo ! No dejes de escribir: das vida, das sentido a nuestras pequeñas y altas miras.
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