lunes, 30 de abril de 2018

Blanca y cabizbaja se fue la Cifuentes con la sonrisa congelada entre los dientes

Se la veía caer
frente a la cristalería
pero ella ni lo sabía
ni lo lograba entender.
El golpe ha sido sonado
y ha quedado encristalado
en ella, que presumía
—porque era terca y bravía—
de transparencia total.
La han cogido con las manos
en la masa bio-facial
y ya no es la que soñamos
limpia que limpia, zotal.
Ante se estampó en la moto,
antes se empolvó de cremas,
antes rompió los esquemas
del PP con alboroto.
Se ha cubierto bien de mierda
la que se pagaba pura
y ahora paga su impostura
sin propósito de enmienda.
Como la blanca Paloma
de Madrid en la contienda,
sufra ahora su amargura
y Dios, si es que hay Dios, la entienda.
Congelada su sonrisa
de dentífrica armadura,
grande fue su cara dura,
nos dio pena y nos da risa.
¡Ay Señor, y qué deprisa
pasan las glorias del mundo,
del cielo al suelo profundo
cuando el estiércol se pisa.
¿Y ahora qué? Seguirá siendo
Presidenta del PP
de Madrid, tanto mintiendo?
Y yo qué sé, yo qué sé.
Áteme usted a esta mosca
cojonera por el rabo
o por las alas, que al cabo
se ha demostrado matriosca
de mil personalidades
de detestable perfil .
A eso llevan vanidades,
ya llevaron a otros mil.
Son tantas las cristinitas
que habitan en su persona,
que ni que fuera de goma
por sus tramas infinitas.
Y aprendan los encausados
en tamañas groserías
que habrán de dejar saldados
tufos, mañas, porquerías.
¿Llegará al fin ese día?
Muchos temen ya que no
y entre ellos me incluyo yo
con razón y sangre fría.
Ayúdame, España mía.


a.sotopa@hotmail.com
91 8470225


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