Esta
máquina del cuerpo
que
a veces no funciona.
Esta
carreta de dos tiros largos
que
en un barrizal se enfonda.
Esta
mezcla de carne, hueso y nervios
que
día a día se me desmorona.
Este
potro mortal sobre la tierra,
que
bufa, suda y se desenamora…
es
lo poco que albergo en tanto el alma
le
habita aunque es su cárcel y mazmorra.
Perdonadme
que escriba estas tristezas,
pero
es que me subleva la memoria
del
tiempo más feliz que antes viviera
y
que se fue como una sombra.
Hay
que engrasarla, hay que rodarla,
hay
que forzarla aunque no quiera ahora
que
la sabiduría acumulada
se
expande por la red de la robótica
despojando
a la vida
del
corazón que la ilusiona.
Sin
corazón… ¿qué hacemos?,
¿adónde
vamos sin su acción motora?
Señor,
Señor, la humanidad
está
sumida en la congoja.
Señor,
Señor…
tiende
tu mano acogedora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario