A este país
a la deriva
por sus
extremos radicales,
la educación
es lo primero
con que
conviene reformarle.
A ello se
han entregado predispuestos
los
profesores y los estudiantes,
los padres y
las madres de familia
y un
conjunto de sabios respetables
convocados
al fin por el gobierno
a una “mesa
de ideas” y contrastes.
Vamos a ver
qué aprueban en concreto
para salir
del anchuroso bache
en que ha
caído la enseñanza
tras
numerosos y disparatados planes.
Libertad, sí
que sí, pero también
disciplina,
aprendizaje,
esfuerzo,
competencia,
tareas
escolares,
memoria,
inteligencia,
voluntad sin
ambages,
tesón de
emprendedores
y fuerzas de
coraje,
con los
cinco sentidos en el aula,
el hogar y la
calle.
Que lleguen
los llamados a un concierto
plasmado en
Ley vital que no se aplace
y que sea aceptada
de buen grado
sin
excepciones de ninguna clase.
En ella
habrán de entrar, cómo que no,
las
opiniones más dispares,
las lenguas
autonómicas,
las
religiones regulares,
las
actitudes y aptitudes más valiosas,
las Ciencias
y las Humanidades…
y,
compartiendo su importancia,
la Lectura y
las Artes
plásticas y
cerámicas,
pictóricas y
esculturales.
¿Dije que la
Lectura?
La lectura
es la llave
de todo lo anterior,
como se
sabe,
para abrir
el baúl de los tesoros
que encierra
porque es madre
de los
conocimientos
de ahora y
antes.
Leer, leer,
niños precoces;
leer, leer
también los grandes.
Curiosidad
se llama eso
y está en el
campo y en las ciudades,
en los valles
y las montañas,
entre las
yerbas y los árboles.
Que en cada
paso la llevéis
con los
cinco sentidos por delante.
OK, amigos.
Me río por no llorar
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