martes, 5 de mayo de 2020

Elegía mortuoria


¡Qué triste es estar solo
interiorizándose a las bravas
hasta el último repliegue
de la llamada alma
que nos posee
y nos da alas
para volar
hacia la nada!
¡Qué triste recordar
que fue agua pasada
la que el molino de la vida
la harina blanca trasformaba
en pan caliente
de coruscante abundancia!
Ahora estamos pendientes
de la nostalgia
y de a ver cómo vamos
con la frente bien alta
por el sendero hirsuto
de la desescalada,
tan prometida
como descalabrada.
Dice el ministro Illa
de raíz catalana
que “el virus se controla,
que el virus se adelgaza”
pero no se está quieto
y aún nos acompaña
con el mortal veneno
que nos trajo de Asia
igual que otras pandemias
de la historia sangrada:
la justinina,
la medieval románica,
la del Decamerón,
la del Renacimiento a la romana,
la “peste negra”
que la población diezmaba:
millones y millones
de calaveras a la baja
allá en las sepulturas
de la desgracia.
¡Qué triste es estar solo
alma con alma,
ligeros del bagaje
de los cuerpos que la Parca se llevaba
adonde nadie, nadie
los velara!
Tristes estamos
tras la mortaja
que nos ha sacudido
los rincones sin gracia.
¿Es que elegía es esto?
Sí. Tolerancia,
y a esperar que no nos vengan
muy mayores desgracias.

a.sotopa@hotmail.com
918470225

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