miércoles, 19 de febrero de 2020

Una lata de membrillo



No paro de recordar
una lata de membrillo
que en mi pobre y dulce hogar
brillaba con su amarillo
y suave tintinear
de plata en el colodrillo.

Mis cinco sentidos son
congregados de repente
en el bello recipiente
que causaba mi ilusión:
saborear su crujiente
carne enlatada en latón.

Hoy que vuelvo a mi niñez
¿cómo no tener en cuenta
laclara y tierna avidez
del membrillo que revienta
conla misma esplendidez
queun rayo de la tormenta?

Cato, cato, cato, cato
y no paro de catar
aquella carne en el plato
tras la tapa destapar.
¿Era caro o era barato?
No lo sabré concretar.

Una lata de membrillo
conservo yo en mi escritorio.
Hay un niño perentorio
que a escribir con ese brillo
dedica el tiempo amarillo
como anciano vejestorio.

Tinta y papel guardo en ella,
sigue siendo una centella
que enciende mi corazón
y también es una estrella
bella, bella, bella, bella,
que surte mi inspiración.

Una lata de membrillo
dePuentegenil decora
mi despacho cada hora
desde que era aquel chiquillo
que aún lo sigue siendo ahora,
ay, quizás, con menos brillo.

Tened de él compasión.
Tanto busca, tanto indaga,
que no le importa la paga
que merezca su atención
y aquí sin duda se apaga
lo que os deja como un don.


918470225

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